Iniciada la campaña electoral, los candidatos recorrerán Galicia con sus alforjas de promesas inciertas y, tal vez, alguno con la intención de hincar una primera piedra al mejor estilo franquista. Sobre las promesas, que llevan varias legislaturas incumplidas, recordemos cómo durante el bipartito Touriño-Quintana y Losada-Tello los presupuestos consignados a Alvedro de 36 millones de euros quedaron en 2,2; se dejaron sobre la mesa los accesos por Alfonso Molina; la estación intermodal; la regeneración de la ría del Burgo; el Centro Coreográfico; el ferrocarril a Langosteira; y el asunto Nostián, la amnesia de Losada sobre el asunto es significativa. En A Coruña, don Xulio, aupado a la Alcaldía por el PSOE, mantiene su beligerancia con diversas instituciones, que no consigue balancear con su prodigalidad en actos intrínsecamente políticos. En tanto se acrecienta el descreimiento social y pone bajo sospecha la palabra de los gobernantes, ámbito en el cual los fenotipos de los listillos emergentes han derivado en chalaneo. El PP local clama sin ser escuchado y el socialismo viene a ser una yuxtaposición de intereses imbricados en la Marea, cuyo ideologismo es utilizado como instrumento de poder. Las reiteradas apariciones públicas de nuestros representantes evidencian esa verdad incontestable "el estilo es el hombre". Impresiona la moda polizón que exhiben en perfecto desaliño, sin meditar que, en el fondo, las formas se reflejan en su propia superficie mediante ese malentendido iconográfico, que identifica (a los personajes), desde la vestimenta y el colegueo. Mientras, los funcionarios, la verdadera memoria histórica municipal, esperan los reintegros salariales adeudados. No se les puede engañar. Próximos a las fiestas pascuales, enviamos nuestros buenos deseos a don Xulio, aunque a fuerza de ser sinceros lo hagamos con un rictus de condolencia porque, hasta la fecha, la política local hace que parezcamos menos de lo que somos.

Otrosidigo

Las tertulias radio-televisivas se ponen al rojo vivo, dicho sin molestar, en época electoral. Sus protagonistas tienden a parecer pseudolegisladores en pos de veredictos políticos de los que parecen saber poco. Hay moderadores prudentes, incapaces de proporcionar la orientación esperada. Otros se erigen en activos militantes, en cuyo rostro uno se figura advertir rasgos delictuosos.