Estos días difíciles inundados de sangre inocente me han hecho reflexionar sobre un término que está siendo utilizado mediáticamente para calificar la acción de suicidas asesinos. "Se inmoló", y con ello quieren decirnos que un terrorista envuelto en explosivos provocó la muerte de decenas de personas que se encontraban a su alrededor. La definición del verbo "inmolar" se aleja en letra y espíritu absolutamente del auténtico significado de la acción que supone tal gesta. La primera de las acepciones que localicé en el Diccionario de Julio Casares de la Real Academia Española publicado en 1942 define el verbo como "sacrificio por el bien ajeno" no hará falta un gran esfuerzo intelectual para descubrir que los actos de los suicidas asesinos nada tienen que ver con tal definición. Otros diccionarios hacen referencia al acto de inmolarse como "sacrificar una víctima en honor de la divinidad" y como ustedes comprenderán en nuestra cultura no se descubre en estos actos terroristas ni honor ni mucho menos divinidad. La perversión del lenguaje puede ayudarnos a cometer errores de valoración sobre aquellos actos que lejos de suponer honor, bondad o divinidad sirven a los asesinos para elevar, injustamente, la categoría inmoral de sus actos. Creo de verdad que la pérdida de valores que sufre la cultura occidental se refleja también en la prostitución de algunos términos que se utilizan inadecuadamente y contribuyen a equivocar a una parte, me temo que importante, de la opinión pública. Hoy a nadie se le ocurre relacionar el término "amor" con la violencia de género. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la expresión "la mató porque la quería" servía para aliviar la culpa del asesino que le arrebataba la vida a la persona que, quizás, amó alguna vez pero desde luego no cuando la mataba.

Reconocer honor, validar el asesinato como reconocimiento de honor o divinidad es un error que debemos corregir. Entre otras cosas porque las redes de captación de jóvenes terroristas que se radicalizan hasta convertirse en asesinos les venden, para su reclutamiento, exactamente el valor honorable de las muertes, dolor y sufrimiento que generan como exaltación de su fe para alcanzar la divinidad. No puedo entender que en la sociedad moderna del siglo XXI contribuyamos, de ninguna manera, a ese equívoco y por ello ruego a politólogos, medios de comunicación y creadores de opinión en general que sustituyan la expresión "inmolarse" por la de "suicidas asesinos" o simplemente "terroristas" que ni tienen honor ni lo merecen.