La Coruña canta por la noche en locales abiertos, en los que confraternizan el acaudalado empresario con el concejal giróvago, el lechuguino y el pescador de bajura. A tantas soledades nocturnas, les une la melodiosa barcarola gallega, que pone a prueba sus gargantas mientras la luna entra en eclipse. Las barcarolas gallegas, tan necesitadas de promoción, son las melodías musicales que mejor predisponen a la evocación marinera y a que operen íntimamente nuestros sueños. La "tristeza cívica" que acompaña a las Mareas, pone de manifiesto que las ciudades, más que pensar, sienten y, en ellas, a veces, toma cuerpo el aburrimiento. Las luces opacas, indefinidas, que nos brinda este año el Ayuntamiento, no es el mejor antídoto que nos alivie los problemas cotidianos, la mayoría por haberse atascado el bolsillo. Es una muestra de la austeridad municipal, por otra parte, más propensa al "entierro de la sardina" que a la conmemoración pascual. Pese a la penuria gobernante, La Coruña es un buen lugar para vivir. A veces basta con la euforia de la naturaleza, porque la alegría y la cordialidad se hacen tangibles. Frente al Atlántico, el hombre libre se siente marinero: la huella del mar es la huella de la libertad. Nada hay más sustancial con Galicia que las voces vibrante de nuestros marineros después de una buena marea. Es cuando la barcarola expresa su significación y sentimiento. Álvaro Cunqueiro, asiduo de La Coruña, se preguntaba en su Mondoñedo natal ""Non conoces o mar? / Non/ Nin o vento do mar? / Non/ Quen eres pois?/ Unha sombra noviña/ recén nascida e núa terra adentro".

Otrosidigo

En la cadena Cuatro (17/12/15) preguntaron, en una encuesta a los gerifaltes de los cuatro grandes partidos, sí consideraban necesario dotar de letra al himno nacional. El asunto viene de muy antiguo. Pemán se disculpó a la petición de Franco "porque los himnos deben llevar sobre sí una carga de tradición". La pauta la dio Foxá a quien Millán Astray, le había pedido un adjetivo para una arenga: "Invicto", le respondió D. Agustín. De los entrevistados por canal Cuatro, Rajoy no se sacudió del problema, Sánchez sí, pero no, Pablo Iglesias no era partidario y Albert Rivera sugirió unos versos de Sabina.