Si Telémaco significa "el que combate desde lejos", como hacían los arqueros, con Telemático la Administración pretende que suceda lo mismo. Igual que en la Odisea el hijo de Penélope y Ulises, echaba a los pretendientes, Telemático quiere alejar las pretensiones de los ciudadanos de los organismos públicos y llenarlo todo de ordenadores. Todo ello sin reducir organismos ni organigramas ni puestos de libre designación y con el mismo número de funcionarios, muy respetable aunque sobredimensionado colectivo sobre el que no hay partido que se atreva a abrir la boca salvo para añadir a unos cuantos miles de correligionarios. Con Telemático, contrariamente a lo que nos venden, las administraciones pretenden mantener a distancia a los administrados, para que despachemos o tratemos con ellas como arqueros, desde lejos. Tanto en el despacho diario, como para defendernos, si ha lugar, de sus eventuales arbitrariedades, discrecionalidades, trato discriminatorio, abuso o desviación de poder. Pero, eso sí, sin ver a los ciudadanos, que son quienes les pagan, ni siquiera en foto. La Administración quiere echar a los pretendientes de gestiones necesarias, muchas veces imprescindibles, urgentes, excepcionales, novedosas, diferentes que trae el dinamismo de la actividad económica, que no entran en un modelo estandarizado y requieren la consulta de los detalles y nuevas cuestiones que la realidad plantea a cada paso. Quieren echarnos de la cambiante actividad social y económica, de los edificios que pagamos todos, de los locales, organismos y edificios públicos. Telemático quiere echar a los ciudadanos del Estado, que es nuestro. Quieren que combatamos desde lejos, pero remover los obstáculos, como exige el art 9.3 de la Constitución, para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas, exige a veces el diálogo y la negociación directa, o sea el cuerpo a cuerpo.