Bautista Álvarez es, por razón de edad y por los servicios prestados, el último gran santón de la Upegá. Fue uno de sus fundadores, allá por 1964. Suya es en parte la redacción de los famosos diez puntos programáticos que constituyen, aún hoy, la esencia ideológica del nacionalismo frentista, esa que los coroneles pretenden preservar a toda costa. Junto a Lois Diéguez y Claudio López Garrido, en 1981 resultó elegido diputado por A Coruña en el primer Parlamento gallego en la lista del Bloque Nacional Popular Galego (BNPG), el embrión de lo que años después sería el Benegá. Al negarse a jurar la Constitución, fue expulsado de la Cámara autonómica, a la que volvería posteriormente para ocupar escaño durante cuatro legislaturas consecutivas hasta llegar a ser vicepresidente de la Mesa.

Ex seminarista, de 82 años, retirado hace tiempo de la primera línea política, Álvarez da nombre a la fundación que custodia el denominado Archivo Histórico del Nacionalismo Gallego y edita en formato digital Terra e Tempo, el órgano de expresión de la Upegá. De cuando en cuando cuelga de esa web algún artículo, normalmente de tono muy crítico, sobre el devenir político de Galicia y sobre lo que sucede en el Bloque y en el entorno nacionalista. En sus análisis no se corta un pelo, ni suele dejar títere con cabeza. Por ser quien fue, por lo que dice y como lo dice, la opinión de Bautista tiene un interés intrínseco dentro y fuera de la "casa".

Esta vez, publica una pieza titulada Como combater as horas baixas. Según confiesa, la redactó días antes del 20-D, aunque no quiso que viera la luz hasta después de que hablaran las urnas. A diferencia de otros dirigentes de la Upegá, del portavoz nacional, Xavier Vence, y de los propios candidatos, Bautista Álvarez entiende como un error estratégico que el Benegá no concurriera con su propia marca, sino como NÓS-Candidatura Galega. Coincide con Paco Rodríguez en considerar que con ello se sembró confusión entre la clientela más tradicional del nacionalismo, que también envejece. Y reivindica el acierto que fue bautizar como Bloque la formación nacida en la asamblea de Riazor, tanto que el nombre y la fórmula fueron copiadas con éxito por otras fuerzas en España o en Portugal.

Más está dando que hablar la referencia al vídeo electoral en el que el candidato Carlos Callón aparece besando en la boca al parlamentario Francisco Jorquera. Por lo que deja entrever en su columna, a Álvarez no le gustó nada. A su entender, dio mucho que hablar por lo delicado del tema que sugería, la necesidad de eliminar los tabúes sexuales, pero por eso mismo tal vez eclipsó el mensaje principal, que es la lucha del nacionalismo por el liberación nacional como prioridad absoluta. No le pareció oportuno "mostrar como trofeo y mérito preferente para conquistar adhesiones políticas" asuntos que deberían quedar confinados "en la intimidad de la alcoba". No es descabellado pensar que Bautista cree que el vídeo de marras pudo restarle votos a las candidaturas de NÓS por la idiosincrasia de su electorado.

Concluye Bautista Álvarez su argumentación reclamando que el timón del Bloque vuelva a manos de "expertos políticos" para que retome la singladura desde el puerto de salida. Dados los malos resultados cosechados en las generales, el barco del nacionalismo frentista no puede mantener en el puente de mando a "grumetes". El mensaje tiene poco de críptico. Es un recado claro y directo al equipo de dirigentes que encabeza Xavier Vence, que, por otra parte, ya se lo esperaba, al igual que las invectivas de otros viejos rockeros de la Upegá. Se les oye y se les escucha con el debido respeto, aunque deberían ir asumiendo que ya no tienen ni la auctorita ni la potestas de antaño. Lo suyo sí que es vieja política, con todas las letras.