No quiero saber lo que pasará mañana, solo estoy, aún, asimilando lo ocurrido estos días en los trueques para formar gobierno en Cataluña; no me las daré de oráculo, pero alguien conserva mensajes en el teléfono hablando de mis sospechas que se materializaron en el pacto. No seré yo quien dramatice los acuerdos entre fuerzas políticas, por muy dispares que sean sus planteamientos, siempre y cuando las varas de medir sean las mismas para todos ellos que en el mundo han sido, no pretendo que haya cámaras en las alcobas, mas sí en los parlamentos.

Por lo demás, esto ya no es la Asamblea de Cataluña ni la Junta Democrática que agrupaban al antifranquismo; pero está claro que hemos de rumiarlo, digerirlo y después lo que sea menester.

Pero servidor venía aquí a hablar de otra cosa, que viene a cuento por los pelos (ya famosos a estas alturas de honorable Puigdemont), de la conferencia que un joven Ortega y Gasset en marzo de 1914 pronunciaba en el Teatro de la Comedia de Madrid titulada Vieja y nueva política. En ella se permitió el lujo de poner de vuelta y media a la Restauración monárquica y a su gran mantenedor, el conservador Cánovas y su bipartidismo agonizante por el caciquismo, que Romanones quería sostener a toda costa. Ortega fijaba la existencia de la "vieja y nueva política", de la España oficial frente a la España real. ¿Algo les sonará a algunos de un tal Adolfo Suárez? ¿Acaso Mas es la veja política y la CUP la nueva política?

Ortega pensaba en la España oficial, caduca y rancia de asombrosa actualidad. Al tiempo deseaba ver cómo emergía la España real, sincera, honrada, a la que apremia darle cauce. Más de cien años después no podemos usar esta conferencia como catecismo, pero sí encontrar claves que nos ayuden a entender el pasado y no volvernos locos en el presente.

Esa generación del 14 en la que Ortega trata de rescatar los restos del regeneracionismo, discurre sin grandes cohesiones entre sus supuestos integrantes. La Gran Guerra, la revolución rusa, los felices 20, la dictadura de Primo de Rivera? van diluyendo obras y pensamientos.

Quizá vuelva a ser Ortega quien, ocho meses después de proclamada la Segunda República, ponga el dedo en la llaga. Es otra conferencia en el Cinema de la Ópera de Madrid el 6 de diciembre, titulada Rectificación a la República, donde pronuncia aquel famoso "No es esto?", mostrando su disconformidad con algunos preceptos redactados en la nueva constitución como la nula relación iglesia-estado.

Viene a cuento, porque a mí me sirve para repensar la vieja y la nueva política. Independientemente de que los ejemplos del individualismo y el idealismo de Ortega estén bien o mal traídos, lo que estamos viviendo no es nada nuevo, a ver si somos capaces de no dejarnos amedrentar por nacionalismos de todo pelaje y apoyamos a los ciudadanos con vecindad administrativa en Cataluña para que tomen las riendas y no les cuelguen ruedas de molino.