Nuestro alcalde, tras la frustración por no haber obtenido los fondos europeos Edusi, unos 15 millones de euros para La Coruña (aspira a recuperarlos en un segundo intento), confiesa sentirse acosado. Las explicaciones dadas en un principio no han sido esclarecedoras sobre el rechazo comunitario al plan coruñés. Difícil tarea la retórica de convertir lo increíble en verosímil: la realidad cuando se pone blanco sobre negro, el sonrojo torna su mirada mefistofélica. A los gobernantes se les valora no solo por el contenido de lo que se exige políticamente sino por la forma de hacerlo, por la forma de ofrecer soluciones. El socialismo gallego, de modo singular el coruñés, está en manos de dos figuras políticamente crepusculares: D. Julio Sacristán, alcalde de Culleredo, líder provincial y Doña Mar Barcón, cabeza socialista local. Uno y otra llevan en su mochila cerca de 25 años en cargos municipales. Necesitan la jubilación (jubilación viene de júbilo) y así disipar dudas sobre sus ansias de no saber vivir sin la mamandurria política. Al BNG, nada hay que reprocharle en la vida local. Su tarea está presidida por el rigor y la seriedad. El PP, sin punch. A expensas de lo que señale Núñez Feijóo, entregado a la Ciudad de la Cultura y a invertir una morterada en la nueva Facultad de Medicina compostelana. La Xunta de Galicia merece una respuesta cívica por su "acreditado" empeño en la defensa de los intereses de La Coruña.

Otrosidigo

La campaña de participación ciudadana, por su carga ideológica, viene a ser como la falta de imaginación disfrazada de impotencia por la imposibilidad de pronunciar palabra soñadoras. Sus "mareantes" rehúyen de la articulación de un discurso sólido y creíble. Para los munícipes gobernantes, el carisma y la presentación no son asignaturas exigibles.