Alvedro, que recuperó en 2015 el millón de pasajeros perdido durante los años más duros de la crisis, cifra que mantuvo también en 2016, ha arrancado este 2017 con cifras de récord que lo sitúan en los primeros meses del año como el único aeropuerto gallego que crece.

En febrero registró casi 80.000 viajeros, su mejor cifra desde el inicio de la crisis, mientras que Lavacolla perdió un 2,2% de su tráfico y Peinador, el 5%. La terminal coruñesa lidera también el aumento del tráfico de mercancías, con un repunte del 5% el mes pasado.

Hay que remontarse a febrero de 2008, cuando por A Coruña pasaron 98.000 viajeros, para encontrar un dato mayor a los 80.000 que lo hicieron el mes pasado. Los otros dos aeropuertos gallegos, por el contrario, empeoran en este arranque de año sus resultados respecto a 2016.

Los dos enlaces que comunican A Coruña y Madrid copan más de la mitad del pasaje de Alvedro con 24.819 viajeros en la ruta de Iberia y otros 19.615 en la que opera Air Europa. Los vuelos a Barajas recibieron un centenar de pasajeros, que en cifras relativas apenas supone variación con una leve subida del 0,23%. También se mantiene estable la ruta A Coruña-Sevilla de Vueling con 5.347 personas en febrero, un 0,3% más.

El mayor incremento se dio en la conexión con Lisboa con la aerolínea TAP. Aunque en números absolutos los 1.339 usuarios que emplearon estos vuelos el pasado febrero son apenas el 1% del tráfico aeroportuario de Alvedro, esta cifra se disparó un 130% respecto al mismo mes de 2016.

Vuela más alto, plataforma en apoyo de la terminal coruñesa, destaca también el aumento de un 56,3% en la ruta a Barcelona hasta los 18.457 viajeros mensuales. La otra cara de la moneda es el enlace de Alvedro a Londres de Vueling, al perder un 6% de tráfico con 7.155 usuarios. Las rutas hacia Valencia y Almería, que no operaban el año pasado, registraron 1.186 y 228 viajeros respectivamente.

El aeropuerto de A Coruña también logró un aumento del 10,2% en las operaciones hasta alcanzar las 1.171, de las que 755 fueron vuelos comerciales. En el apartado de mercancías, la terminal coruñesa es la que más crece con un 5% más de mercancías, mientras que la compostelana se mantiene con apenas una subida el 0,7% y Vigo se desploma casi un 70%.

Este despegue del aeropuerto coruñés se produce paradójicamente a pesar de los numerosos desvíos de vuelos sufridos en estos dos últimos años por no tener en la cabecera sur un sistema de navegación adecuado que permita un aterrizaje seguro en días de mal tiempo, una carencia que le ha ocasionado una sangría de decenas de miles de viajeros por los incontables desvíos de vuelos.

El problema se deriva del procedimiento seguido para la ampliación de la pista de aterrizaje, que provocó que el objetivo de aumentarla en 400 metros se recortase finalmente en 150 por medidas de seguridad. Idéntica adversidad se planteó en el aeropuerto de Asturias, donde la presión del Gobierno autonómico, que planteó un recurso en la Audiencia Nacional, obligó a AENA a rectificar y decantarse por otra alternativa que permitió mantener la longitud máxima de la pista de aterrizaje sin conculcar las medidas de seguridad.

La solución aplicada por AENA en Asturias resultó notablemente más cara que la aplicada en Alvedro. El coste del nuevo proyecto para que el aeropuerto asturiano cumpliese las exigencias de seguridad sin tener que modificar la longitud de su pista triplicó el presupuesto inicialmente previsto.

En Alvedro, el Gobierno optó por una alternativa más barata, consistente en un sistema de apoyo a los pilotos con coordenadas vía satélite, aunque con la consiguiente reducción de metros de la pista. Más económica y también más rápida, entre otras razones para que la pista de aterrizaje pudiese estar concluida en el contexto de las elecciones municipales de mayo de 2015. Unas prisas que no consiguieron sin embargo evitar la derrota del entonces alcalde, Carlos Negreira. El primer avión despegó de la nueva pista en junio de 2015 con el sistema de apoyo al aterrizaje aún pendiente de instalar por AENA.

Los meses fueron pasando sin que el sistema llegase y no fue hasta marzo de 2016, hace ahora justamente un año, tras un duro invierno en el que se llegaron a perder en Alvedro hasta cerca de dos mil pasajeros en un solo día, cuando el Gobierno anunció que se encargaba a la entidad Enaire y que preveía su entrada en funcionamiento en apenas unas semanas tras realizar algunos vuelos de prueba.

Desde entonces, nada se ha vuelto a saber del asunto. Durante meses, se achacó este abandono a la provisionalidad del Gobierno, pero tras la repetición de las elecciones generales y la investidura de Rajoy en octubre pasado, todo siguió igual. Este último invierno volvieron a perderse miles de pasajeros por los desvíos y en Fomento hay un mutismo absoluto sobre el futuro del nuevo sistema de aterrizaje.

La inoperatividad por mal tiempo afecta doblemente al aeropuerto coruñés, ya que cuando una aeronave no puede tomar tierra en A Coruña se frustra también la salida del avión hacia otro destino. Este riesgo coloca a Alvedro en la lista negra de las compañías aéreas, que en ocasiones, para evitar malograr dos vuelos en una sola operación, envían al aeropuerto coruñés un avión vacío desde otra ciudad, lo que reduce la rentabilidad de la conexión. Y dificulta las negociaciones para dotar a Alvedro de nuevas rutas.

La incertidumbre que genera a los pasajeros no saber si acabarán aterrizando en A Coruña en días de mal tiempo es por otra parte uno de los mayores hándicaps para el aeropuerto, según reiteradas valoraciones del mundo empresarial. Lo que realmente sale caro, es que te desvíen de aeropuerto, argumentan.

No es de recibo que A Coruña, el área metropolitana que alberga el principal motor económico de Galicia, como volvió a confirmar esta misma semana el top 10 de las empresas de la comunidad, vea comprometido el futuro de su aeropuerto por carecer de un sistema de ayuda al aterrizaje adecuado a sus condiciones climatológicas.