El estudio encargado por el Ayuntamiento de A Coruña a la empresa Eptisa sobre el estado del Palacio de la Ópera estima en más de dos millones de euros las reparaciones necesarias para solventar el deterioro que padece el edificio. El informe apunta en sus conclusiones a que el edificio tiene deficiencias subsanables derivadas de su falta de mantenimiento durante los últimos años. Este mantenimiento, según el contrato de adjudicación, es responsabilidad de la empresa Comar, perteneciente al empresario José Collazo Mato, a quien un Ejecutivo de Francisco Vázquez otorgó a principios de los 90 una polémica concesión por un periodo de 50 años.

El informe de Eptisa distingue en su presupuesto las obras imprescindibles por deterioros graves, que valora en medio millón, de las necesarias por patologías leves, que ascienden a un millón. Esta cifra sube a más de dos millones con los impuestos. Las obras imprescindibles que marca el informe se centran en la limpieza y reparación de la cubierta, de las azoteas y los sumideros, de los que detecta que parten los problemas de filtraciones y humedades que aquejan al edificio.

De no acometerse estas obras a corto plazo, los técnicos de Eptisa alertan de que se deteriorará el Palacio y que estas deficiencias podrían derivar en daños rreversibles que lleguen a comprometer la seguridad del edificio y de sus usuarios. Las reformas necesarias por desperfectos leves se centran en elementos del exterior del inmueble y en el cambio de las butacas, que no se han sustituido desde su montaje en 1989, así como el sistema de iluminación, la reparación del alicatado de los baños y la puesta a punto del suelo del auditorio, entre otras actuaciones.

El declive del Palacio de la Ópera afecta especialmente a los conciertos de la Orquesta Sinfónica. Su director, Dima Slobodeniouk, explicó en este diario algunos de los problemas que sufre la OSG al trabajar en un recinto que se encuentra al borde del colapso por la falta de mantenimiento. En la lista de problemas que pone encima de la mesa sobresalen la mala acústica del recinto y la falta de seguridad, ya que la orquesta está sobre un foso muy fino, sujeto por varillas que define como muy peligroso además de molesto, ya que, cuando un solista está a su lado y se mueve, el suelo chirría.

Slobodeniouk afirma que el Palacio de la Ópera ya se encontraba mal hace una década, pero señala que en los últimos años la falta de mantenimiento ha acelerado su deterioro de manera preocupante. El director de la Sinfónica pone el dedo en la llaga cuando apunta que "esta casa no se ha cuidado porque no era la suya", en una clara referencia a la empresa concesionaria.

El Consorcio para la Promoción de la Música, del que forma parte el Ayuntamiento coruñés, paga a Comar 850.000 euros al año por doscientos días de uso del Palacio de la Ópera para la Orquesta Sinfónica, una cifra muy superior por ejemplo a la que abonó el año pasado la Orquesta y el Coro de Radio Televisión Española por la utilización sin restricciones diarias del Teatro Monumental, en pleno centro de Madrid, que es desde hace veinte años su sede y centro de operaciones. El desembolso por la orquesta de RTVE es de 558.000 euros, un 5% de su presupuesto, mientras que en A Coruña la cantidad cobrada por Comar supone el 9% del presupuesto del Consorcio, que no solo se encarga de la Sinfónica y de sus formaciones filiales sino también de la Escuela Municipal de Música.

La compleja génesis del Palacio, que nació hace casi 30 años como sede de Congresos y exposiciones, arroja aún sombras sobre la actual situación. Su construcción en la antigua cantera de Santa Margarita, que el movimiento vecinal coruñés reclamaba como zona verde para la ciudad, partió de una polémica recalificación por la que el Gobierno de Vázquez recalificó el suelo de la cantera, propiedad de los promotores inmobiliarios Manuel Soto y Ángel Jove, que obtuvieron a cambio parcelas edificables en Paseo de los Puentes y Linares Rivas, además de 35 millones de pesetas en metálico.

La operación acabó en los tribunales. El movimiento vecinal consiguió que la Audiencia Provincial y el Superior paralizasen parte de las obras del Palacio por exceso de altura -algo similar a lo del edificio de Fenosa- hasta que el Supremo le dio finalmente luz verde en 1990.

En ese momento entra en liza Comar, la empresa de Collazo Mato, en un movimiento a varias bandas en el que la licencia para el Casino del Atlántico obraría como moneda de cambio. El propietario de Comar participó con el equivalente a dos millones de euros en la construcción del Palacio, en su arranque destinado a Congresos, y a cambió logró la concesión de su gestión por 50 años y, sobre todo, la renuncia a que el Ayuntamiento se quedara con el 51% del Casino del Atlántico, como permitía entonces la ley.

Tras los años de oro como Palacio de Congresos, la llegada de Palexco y la crisis económica menguaron el negocio de la concesión, que acumula 9,5 millones de pérdidas desde 2012.

Ante este panorama, el Gobierno local y la empresa de Collazo Mato empezaron a negociar el año pasado la posibilidad de rescindir la concesión y que sea el Ayuntamiento quien gestione el inmueble directamente, aunque todavía no han llegado a un acuerdo. Hay que aclarar, sin embargo, que si bien la gestión del Palacio es deficitaria, la explotación del aparcamiento sí es rentable. Y ambas actividades van aparejadas a la concesión. No se puede renunciar a una y quedarse con la otra.

Una rescisión negociada de la concesión parece ser la mejor solución para evitar que el declive del Palacio de la Ópera acabe por ser irreversible o que la creciente inseguridad del recinto llegue a males mayores. Pero no puede efectuarse solo a expensas del erario municipal. El contrato de adjudicación es taxativamente claro al respecto: la concesionaria está obligada, una vez que expire el acuerdo, a devolver al Concello las instalaciones en un estado similar al que le fueron entregadas. Lo que quiere decir que una liberación de la concesión debe necesariamente ir acompañada de la asunción de los gastos de reparación por parte de Comar, tal y como señala el informe técnico de Eptisa.