El fútbol, con su competición oficial, volverá dentro de pocos días a Riazor, dónde la pasión incurable del deportivismo tiene su diván. El fenómeno se repetirá nuevamente, alentado por la recuperación del R.C. Deportivo como entidad corporativa. Así parece acreditarlo la afluencia de nuevos abonados, pese a los modestos resultados obtenidos la última temporada. El fútbol, como se dice, es una metáfora de la vida, es una apelación al pasado si queremos referirnos al clasicismo en procura de que la Vida, la Verdad y la Belleza tuvieran menos fabulaciones. En España, la fabulación nos llegó en estimables cuotas de otro lado del Atlántico con relatos pretenciosos, tantas veces cursis, siempre en las antípodas de los sonetos que ofrecían Camus o Fernández Flórez en sus columnas periodísticas. Actualmente, comprobamos cómo el universo radiofónico de Madrid se ha constituido en un orfeón y el de Barcelona en narración militante. En Galicia añoramos a los grandes maestros como Enrique Mariñas, Jiménez de Llano Franjilla, José Luis Bugallal Marathon o Manolo Castro Hándicap, de Vigo, en cuyos ensayos la palabra, en frases ajustadas, se estremecía con el genio y la facundia literaria. La temporada futbolística 2017-2018 se inicia con una grave crisis institucional. El dilatado "reinado" de Ángel Villar está salpicado de despropósitos, de consecuencias a dilucidar por la justicia. El "villarato", tal como ha sido presentado, debe erradicarse de todos los organismos federativos en cuyas nóminas apacentan expresidentes Nepotes que lo fueron en sus clubes, exárbitros y otros profesionales que se distinguieron por la autocracia patológica de mandar y, sobre todo, de haber puesto toda la malicia al servicio de sus cargos. El "villarato" viene a confirmar que lo más zafio del fútbol está en los despachos. Ha sido un mal ejemplo que requiere ser liofilizado con rigurosa ejemplaridad.

Otrosí digo

El caso Neymar puede devolverle al club catalán la faena que perpetró a nuestro Deportivo hace algunos años. El Barcelona, presidido por Gaspart, esperó hasta el último día del cierre de fichajes para "arrebatarle" a Rivaldo, sin tiempo para que el club local pudiese arbitrar alguna alternativa en el mercado de fichajes. Ahora, por lo que se observa, solo les queda el contrapunto de Piqué, cuya verborrea asume la inconsulta opinión de sus compañeros ante el silencio de la Junta Directiva.