Aprovecho para dar noticia de la próxima publicación de La tumba vacía , última novela de Isidoro García Sánchez , (ya conocido por El calvario de un apóstata ), en Esdrújula Ediciones . Parece que asistiremos al robo del cuerpo del dictador de su colosal mausoleo. La historia promete y cumplirá.

El único motivo que me provoca para hablar del monumento es la declaración del presidente Feijóo llamando a la moderación a los propagandistas del fascio que reclaman culto al dictador, por haber sido okupa de la finca ilegalmente y legarla a su supuesta prole. Digo okupa, porque todos sabemos que la comisión encabezada por Barrié de la Maza y Julio Muñoz Aguilar, gobernador en 1938, organizó los triunviratos de saqueo en todas las parroquias, formados por falangista, cura y maestro, encargados de hacer la lista negra de los desafectos, expoliar tierras y nóminas para, supuestamente, comprar las Torres de Meirás a las herederas de doña Emilia, tal y como está documentado.

Dicho esto, confirmo que no conozco a nadie que haya estado de visita en la vieja finca, ni a nadie que pretenda hacerlo, lo que no quita que de seguir así las cosas se llegue a reproducir una especie de peregrinación al Palmar de Troya, si tiene eco la propaganda fascista.

A propósito, se escucha con frecuencia que esto no podría ocurrir en Alemania ni en Italia, ni los sucesores de Mussolini o los de Hitler podrían posar encantados de conocerse y de la vida que se dan en las portadas del corazón. Parece que se olvida que las fuerzas aliadas pusieron interés en ganar la guerra mundial y la oligarquía financiera quiso repartirse Europa dejando a un lado a los tontos útiles, curas y militares vencedores en España a su libre albedrío con tal de no dejar aquí a un rojo vivo.

Seguramente hay variados culpables de declarar como Bien de Interés Cultural (BIC) las Torres de Meirás; pero no puedo llegar a comprender que se haga olvidando los orígenes y la historia de la propiedad y dejándolo todo en manos de los okupas y su disfrute, mientras no decidan los responsables a devolverlo a sus dueños.

Visitaré ese museo cuando sea restaurado como tal y pagaré para que alguien me explique los orígenes de la construcción del S XVI, propiedad de los Patiño de Bergondo y los Pardo de Lama, arrasada en 1809 y reconstruida por la condesa a finales del XIX (1893). Allí pasaba temporadas, escribía y tenía la biblioteca en el cuarto piso de la Torre de la Quimera, recibía a Unamuno o casaba a su hija Blanca con Cavalcanti. Las herederas trataron de llegar a un acuerdo con los jesuitas para la donación, pero las autoridades franquistas coruñesas se adelantaron y casualmente no se sabe el precio de la supuesta venta. Hasta ahí el BIC, señor Feijóo, para el resto aplíquese el código penal sin ponerse de perfil, ha de explicarse la historia no la propaganda.