En el día de hoy me propongo, como ya me aconteció hace un mes, no escribir sobre el tema de más actualidad en estos momentos, como es lo acontecido sobre el atentado de Las Ramblas de Barcelona, la personalidad de los terroristas, la falta de cooperación e información entre los distintos Cuerpos de Seguridad del Estado, o de la manera de comportarse algunos de los dirigentes políticos nacionales o catalanes, sobre la información recibida de otros organismos internacionales, de la posibilidad de que se cometiese un atentado terrorista, concretamente en Las Ramblas, y en tal fecha me puse a reflexionar sobre la "primera guerra civil española" (1475-1479), donde pudimos ver los actos maquiavélicos de la reina Isabel (La Católica) con sus partidarios para hacerse con la Corona de Castilla.

Hoy, igual que hace un mes, les voy a contar una parte de la historia de nuestro país, y que concretamente se refiere a lo que yo denomino: "La segunda guerra civil española", en la que considero que la gran protagonista de esta parte de la historia, es precisamente la hija de Isabel, Juana (la Loca).

Es muy posible que casi todo el mundo conozca una buena parte de la vida de esta reina de Castilla, casada con Felipe el Hermoso y lo mucho que sufrió esta mujer como consecuencia de las infidelidades de su marido, que le ocasionaron una profunda depresión. Pero lo que muchas personas no sabrán, es que era una mujer de un profundo escepticismo religioso, al contrario de lo que sentían y practicaban sus padres y hermanas. Tanto era así, que Isabel llegó a desheredarla porque no iba a misa, no tenía ninguna imagen religiosa en sus aposentos, y no quería confesarse.

El padre de Juana, Fernando, convenció en 1506 a su marido, Felipe el Hermoso, para encerrarla en Tordesillas. Años más tarde el hijo primogénito de Juana, Carlos, mantuvo el encierro y ordenó que la obligasen a escuchar misa y confesarse empleando la tortura si fuere necesario. En 1520 los comuneros la sacaron de su cautiverio y la quisieron proclamar reina, pero Juana se negó, alegando que ello era contrario a las normas de la Corona.

Ante la actitud y comportamiento del rey Carlos I, hijo de Juana, que aprovechándose de la situación física y psíquica de la reina Juana, se hizo con el reino de Castilla mientras su madre permanecía encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre y posteriormente porque así lo determinó su propio hijo, Carlos. Ante esta situación, se produjo en los años 1520-1522, la Guerra de las Comunidades, y que yo denomino 2ª Guerra Civil. Tal situación bélica, se produjo entre otras causas, por lo que se consideraba un injusto tratamiento fiscal nada favorable a la parte de población más desfavorecida; la toma de posesión de toda una serie de nobles flamencos en los puestos de mayor responsabilidad en la Corte del rey Carlos; los cuantiosos gastos que ocasionó el nombramiento de Carlos como Emperador del Sacro Imperio Germánico, y como no, también influyó en el comienzo de esta guerra el trato que el hijo de Juana, Carlos, daba a su madre, manteniéndola encerrada en Tordesillas hasta que fue liberada por los Comuneros. Hasta que las tropas de Carlos conquistaron Tordesillas y la volvieron a encerrar.

La reina Juana nunca fue declarada incapaz ni inhabilitada para gobernar y los Comuneros quisieron proclamarla como reina, en lugar de su hijo Carlos, pero ella no lo consintió. La llegada de Carlos I al poder en Castilla y Aragón en el año 1516 fue precedido por una decisión adoptada previamente por su abuelo Fernando, cuando otorga su último testamento (había otorgado 38 previamente) en el que reconocía como Gobernador de Castilla y Aragón al hermano de Carlos, mientras este no viniese a Castilla, a Fernando, que era el nieto predilecto de los Reyes Católicos. Dicho nombramiento era tanto como para consolidar una situación de poder, que podría volverse en contra de Carlos si este tardaba cierto tiempo en venir a Castilla.

En cualquier caso, ante el sentido poco o nada religioso de Juana, la propia Iglesia Católica, no olvidemos que era la época de la existencia y consolidación de la Inquisición, no tenía ningún interés en que fuese reina de Castilla y Aragón una persona con ese comportamiento tan poco religioso. Del mismo modo pensaban sus padres, tanto Isabel como Fernando, y una buena parte de la nobleza.

Juana pasó 46 años encerrada en un palacio-prisión por orden de su padre y posteriormente de su hijo Carlos I. Los primeros 20 años los pasó junto a su hija menor, pero después esta se casó con el príncipe de Portugal y tuvo que abandonar Tordesillas para no volver jamás.

En Tordesillas, Juana sufrió un auténtico calvario. Fue humillada, obligada a servir a sus guardianes, incluso vejada sexualmente. Padeció psicosis, melancolía severa y esquizofrenia. El 12 de abril de 1555, a los 75 años de edad, Juana falleció en total anonimato, extremadamente delgada y mal nutrida, llagada, vestida con verdaderos harapos, sola y sin nadie a su lado.

En conclusión, de nuevo la conspiración para alcanzar el poder en Castilla se vuelve a repetir, y en los dos casos analizados de nuestras dos primeras guerras civiles siempre estuvo presente un sector de la Iglesia y la parte de la nobleza más tirana.

¡Aprendamos de la Historia, para que no se repitan los hechos!