Hoy les doy la bienvenida con ánimo de plantear una cuestión que, ciertamente, puede llegar a ser preocupante. Se trata, y con ello me meto directamente en harina, de ver hasta qué punto nuestra conducta, ligada hoy como nunca a dispositivos tecnológicos que, en muchos aspectos, no dejan de ser una caja negra, es monitoreada por terceros para satisfacer sus propios intereses. ¿Les parece bien el tema? Pues pasen y vean...

Lo cierto es que la noticia es que uno de los gigantes de la nueva comunicación, Facebook, ha sido multado por España por prácticas contrarias a derecho en nuestro país. Es bien cierto que la primera reacción de tal plataforma ha sido algo así como aducir que su sede central para Europa está en Dublín, con lo que -afirman- no tienen que guiarse por el Derecho español. Veremos en qué queda la cosa...

Pero lo cierto es que tales prácticas consisten en el tratamiento de datos de usuarios de forma no consentida, incluso muchos meses después de que tales personas se den, si es el caso, de baja en tal plataforma. Facebook monitorea así qué páginas nos gustan, utilizando esa información con ánimo de -por ejemplo- venderla a terceros. No olvidemos que esta era se está caracterizando, entre otras cosas, por ser la de la publicidad altamente personalizada, y que una enorme parte del esfuerzo de promoción de las mayores compañías del mundo se basa en comprar información derivada de nuestros propios hábitos (de compra, de visita de páginas de Internet, etc...) para, de esta forma, hacer una publicidad mucho más orientada.

Casi nada es gratis, ciertamente, y el hecho de que plataformas como la descrita u otras nos ofrezcan un determinado tipo de servicios sin un pago por nuestra parte, lleva directamente a la obviedad de que sus ingentes beneficios se producen a través de otro tipo de transacciones. Pues bien, he aquí uno de tales mecanismos, cuyos tentáculos se han extendido hasta extremos insospechados. Hoy, en la red, casi todo lo que hacemos se puede conocer, pagando a cambio. Algunas son informaciones más empaquetadas, de tipo estadístico, y otras mucho más finas y concretas. ¿Dónde está el límite? ¿Estamos poniéndonos en peligro? ¿Tiene sentido todo esto?

Ustedes verán, porque posturas hay muchas posibles a partir del conocimiento de todo lo que puede monitorearse con la adecuada explotación del Big Data que todos nosotros generamos con nuestros comportamientos y acciones. Hay a quien le parece bien que, puestos a recibir publicidad, le llegue precisamente sobre aquello que más le interesa o que se ajuste más a sus hábitos de compra, y quien, en el extremo contrario, se ha podido quedar de piedra al saber que la recopilación de datos por parte de estos gigantes multinacionales ha ido mucho más allá de lo que uno podía imaginarse. En cualquier caso, el negocio está ahí, y la gigantesca cantidad de información contenida en tal "nube" genera pingües beneficios para quien la explota.

En el caso de Facebook, la multa impuesta por la Agencia Española de Protección de Datos asciende a 1.2 millones de euros, siendo realmente tres multas juntas, en lo que supone la cantidad más alta dimanada de la acción de tal organismo en un único procedimiento. Pero verdadera pecata minuta, comparada con la cifra de negocio diaria de tal empresa. Pero, al menos, un hito en la respuesta de nuestra maquinaria de protección ante comportamientos que, como digo, no tienen cabida en el actual ordenamiento jurídico por estos pagos... Y es que ha habido vulneración expresa de la LOPD -Ley Orgánica de Protección de Datos- habida cuenta de que la compañía, según se informa, no procedió al borrado completo de los datos de usuarios incluso cuando estos lo pidieron expresamente. Grave.

En fin... Ya ven. Que vivimos en la nube, y que nuestra sociedad se parece cada vez más a aquella orwelliana ficción relatada en 1984. No digo que tenga sus aspectos positivos, ¡faltaría más!, pero puestos a ver qué peajes conlleva, también asusta un poco. Les recuerdo que la misma compañía, Facebook, está pendiente también de una decisión de la AEPD sobre las consecuencias derivadas de la integración de datos de la misma con WhatsApp, en lo que ha significado un cruce de información muchas veces no deseado para muchos miles de usuarios. ¿Nos hemos relajado sobre qué compartimos en las redes y por qué? Ya me contarán qué les parece. En cualquier caso, está claro que alguien está haciendo bastante negocio con todo ello...