Cambiemos de tema para que el referéndum catalán no se convierta en un "agujero negro" que absorbe todo intento de polemizar sobre cualquier otra cosa. Por ejemplo, los intentos de devolución al patrimonio común de Galicia del pazo de Meirás y de dos tallas románicas de los profetas Abraham e Isaac que, de momento, son propiedad de los herederos del general Franco. El pazo que, entre otros, perteneció antes a la condesa de Pardo Bazán, fue regalado a Franco mediante una suscripción popular promovida en 1937 por las autoridades franquistas coruñesas y por empresarios como Pedro Barrié como homenaje al jefe militar de la rebelión contra la República. En plena Guerra Civil y con una brutal represión contra cualquiera que se opusiese a los designios del nuevo Caudillo, aludir al carácter voluntario de la suscripción es una cruel ironía. Pero el caso es que, así se justificaba en el escrito dirigido a los alcaldes de la provincia por una denominada Junta pro-pazo del Caudillo que consideraba la propiedad como idóneo lugar de descanso para el llamado por la Providencia a dirigir el nuevo Estado de la España Imperial. Y en cumplimiento estricto de ese deber patriótico se fueron creando en cada concejo unas comisiones con la misión de hacer visitas personales a los escogidos como donantes voluntarios. La adhesión al homenaje, como es de suponer, fue entusiasta, numerosa y diligente, y muy pronto se recaudó una importante cantidad de dinero, a la que hubo que sumar las deducciones, también voluntarias por supuesto, en las nóminas de trabajadores y funcionarios. Y esa es la historia, muy resumida claro, de la forma en que el general Franco y su familia se hicieron con la propiedad del pazo de Meirás, que no difiere mucho de los modos y maneras con las que otros dictadores se hicieron con un cuantioso patrimonio personal como remuneración por los importantes servicios prestados. Una remuneración, por otra parte, sobre cuya cuantía ellos y solo ellos eran los encargados de fijarla. Ahora bien, una vez consumado el expolio, ¿hay base legal, 80 años después, para justificar su devolución al pueblo? El asunto se presta a diversas interpretaciones, aunque la más curiosa de todas es la del señor Núñez Feijóo. Según el actual presidente de la Xunta de Galicia, habrá que investigar si hay "vicios ocultos en la donación" antes de dar el paso de formular ante la Justicia una demanda de reversión del dominio. La propuesta parece ociosa. En la donación del pazo de Meirás a Franco y en la colecta obligatoria para adquirirlo y rehabilitarlo no hay ningún vicio oculto. Muy al contrario, todos están a la vista. Se trata de un acto despótico perpetrado durante la Guerra Civil en la llamada "zona nacional" y todo el proceso está viciado desde el principio, tanto por la falta de libertad en general como por el forzamiento de voluntades particulares ante la amenaza de males mayores. Otra cosa sería dilucidar si la reclamación es imposible al haber transcurrido el tiempo necesario para que las acciones civiles prescriban. La democracia parlamentaria española es hija legal de la dictadura franquista y ha heredado de esta desde la forma monárquica del Estado hasta situaciones tan enojosas como la que comentamos ahora.