En este artículo del Día del Rosario -en el que les felicito por la Patrona de la ciudad- les propongo un tema que, a tenor de los acontecimientos políticos en torno a Cataluña, de los que ya hablamos en su momento, tiene hoy máxima vigencia. Un tema independiente, pero relacionado y muy presente en los medios de comunicación, y en el que creo que conviene matizar cosas. Me refiero al hecho de asociar a las empresas un determinado gentilicio. Algo que yo nunca he visto nada claro, pero que se hace muchísimas veces, desde mi punto de vista de forma incorrecta. La crisis catalana, reitero, demuestra que tal práctica no tiene ningún sentido...

Y es que mi tesis, que les planteo ya directamente, es que asociar empresa -o capital- y gentilicio es siempre erróneo, parcial o totalmente. Las empresas, incluso independientemente de donde esté su Sede Social, tienen un arraigo en el territorio en función del de sus diferentes grupos de interés, incluido su capital. Y si este está en el Mercado Continuo, por ejemplo, es muy difícil explicar claramente si una empresa es de aquí o de allá... Es de muchas partes a la vez, de forma dinámica y cambiante...

¿Es Caixa Bank una empresa catalana, más allá de su historia y su épica? ¿Y es Inditex gallega? Mi respuesta a las dos preguntas sería un no. Las empresas son propiedad de personas a lo largo y lo ancho del mundo, sin más. Y como las dos tienen una dimensión internacional, sus proveedores, sus empleados, sus clientes y el entorno en el que se sustentan tampoco pertenecen a un determinado territorio. Así, independientemente de su sede social y de la existencia o no de paquetes de control por parte de determinados actores, las empresas son realidades globales que, a pesar de tener por ejemplo su sede en Galicia, a veces tienen más que ver (relación laboral, dominical o de otro tipo) con alguien al otro lado del charco, que con nosotros mismos, fiscalidad aparte. La empresa, así, tiene un impacto mucho más basado en todas estas relaciones que en el gentilicio, puro y duro, de la ubicación de su Sede Social. No quiere decir esto que la empresa no tenga que regirse por la Ley de donde dice ser nominalmente -aunque intentos ha habido de que no sea así, pero de ahí a asociar empresa y territorio, va un mundo...

En el mismo momento de escribir estas palabras los teletipos avisan de que Gas Natural Unión Fenosa se va de Cataluña a Madrid. Y antes fueron otras. Y otras lo estudian, incluyendo a empresas asociadas a Cataluña de siempre como Freixenet. La Sede Social poco importa dentro de un mismo país, más allá de temas fiscales -centralizados en lo tocante a muchos impuestos- o administrativos. Lo que importa es el impacto, expresado tanto en términos de implantación fabril (empleados, proveedores, empresas auxiliares...) como de mercados... Ese es el efecto real de la empresa en la sociedad.

A mí me parece que este punto de vista es muy natural, y que es asumido de largo desde el propio estamento empresarial. Y, también, afirmo que son las esferas políticas las que son más propensas a términos tan poco exactos y útiles como el de empresas gallegas, catalanas o asturianas... Una praxis taxonómica que, como tal, creo que aporta poco, más allá de los discursos muchas veces un tanto despegados de la realidad desde la Administración. La empresa, en realidad, se significa donde verdaderamente actúa, independientemente del gentilicio que le impongamos. Lo demás no va mucho más allá de lo sentimental...

Es por eso que me parece un despropósito lo que se ve en determinados foros, independientemente de cómo quede la cuestión catalana, en términos de boicot a las empresas radicadas allí. Las empresas son empresas, y un boicot a cualquiera de ellas nunca arregla nada. Ni debemos asociar empresas e ideas, ni un descenso de facturación de las primeras producirá automáticamente un efecto directo sobre las segundas, o sobre las personas, en un territorio concreto. La realidad es mucho más compleja, y tal tipo de argumento a mí se me antoja, cuando menos, poco elaborado.

La prueba viva del parco apego de la empresa a un gentilicio es el movimiento actual en Cataluña de determinadas corporaciones, al que ya me he referido, como antídoto a las turbulencias en el territorio con el que hoy se les asocia... Su gentilicio clásico demuestra ser puro humo, y cambia a la velocidad del rayo cuando la incertidumbre -siempre letal- asoma un poco la cabeza.