El alcalde de La Coruña ha hecho pública su desazón por no haber sido invitado a la entrevista del titular de la Xunta con el director general de Puertos del Estado para abordar temas de tanta trascendencia para nuestra ciudad, como la futura fachada marítima y el destino del litoral del Parrote, ocupado por La Solana y el Hotel Finisterre. En este asunto es conocido el pertinaz interés de don Xulio, y así lo prueban las reiteradas peticiones formuladas hasta lograr, con retraso, "cuadrar" su agenda con la del director general de Puertos. Por lo apreciado, don Alberto quiso "marcar territorio" y, al estilo de un cabildante lugareño, obvió la presencia del alcalde coruñés, "detalle" que suele utilizar la veteranía política de modo insolente con quienes se aventuran a entrar pro domo sua en terrenos que son ajenos a su competencia. Núñez Feijóo ha tomado bajo su directa supervisión estos temas estrella, de vital importancia para el desarrollo urbano de La Coruña, operación que exige rigurosos controles para evitar que el nuevo decorado se cargue el decoro. Lamentamos que esta marcada actitud del titular de la Xunta no la utilizase en el tema de Alvedro. Nuestro alcalde, a su vez, no ofrece excesivas credenciales: las obras de la Marina, desde el ángulo municipal, no han sido un ejemplo de aceptados logros urbanos. La "deslealtad", de la que se queja don Xulio, es una muestra más de que en el protocolo político la grandeza y la mezquindad son monedas habituales que siempre dejan al descubierto a sus protagonistas. Prescindir del partido más votado en el Ayuntamiento herculino con la colaboración de la roncería socialista, no refuerza una razonable acusación de deslealtad.

Otrosí digo

Nuestro alcalde, hasta la fecha, no mantiene relaciones gratas con la Xunta y con la Autoridad Portuaria, problema crónico que no conviene desdeñar de la realidad política. En este campo, es necesario tener la casa en orden y hacerse acreedor a la estima y a la confianza de vecinos y funcionarios.