En esta tierra nuestra todavía existen quienes tratan de erigirse en intérpretes del sentir de Galicia, como lo refleja la perpetuación anual de acontecimientos privativos cuya displicencia y objetivos son cercanos a la nada. Además de cuestaciones tan loables como el Día del Domund, de la Cruz Roja o celebraciones como el Día del Libro, el Día de Galicia, etc., existen una serie de entes constituidos en "Órdenes", como las del Albariño, del Grelo o del Pimiento de Padrón, saturadas de "enchentas" a "gogó", con apariciones políticas oportunas porque sin comer bien no se puede gobernar razonablemente, ni hay sensualidad en la vida. Para este año 2017, debiera haberse instituido el Día de la Miel, por ejemplo, en tierras de Melide, donde han sufrido el ataque de las avispas velutinas. Lástima que el gigantón Pampín no se haya preocupado públicamente de este producto que, siendo puro y provechoso, en cuanto te pringas no puedes salir de él. En el capítulo de órdenes vigentes, echamos de menos la ausencia de nuestros frutos del mar. Así, tendríamos la del Mejillón en Lorbé, la del Besugo en El Hórreo o la de la Ostra en Arcade, molusco cuyo caparazón, cuenta Álvaro Cunqueiro, ha servido para la construcción de las Murallas de Lugo. Sugerimos crear, en honor de los visitantes de tierra adentro, la orden de la Mincha, bígaro que se ofrecía con alfileres de monja en bares y tabernas de la coruñesa calle de la Estrella. Llegado el otoño, al hacer resumen del año, suelen elegirse como actos relevantes acontecimientos de toda índole, protagonizados por personajes con frecuencia descartables, que los organizadores de los distintos certámenes tratan de categorizar y resaltar su justificada popularidad a fuerza de convertirse en efímeros iconos de la crónica social. A veces, en estas encuestas, aparecen personalidades tan singulares e influyente como Doña Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados, inolvidable para los coruñeses porque, en su etapa como ministra de Fomento, omitió el ferrocarril a Punta Langosteira, vía imprescindible para la actividad del mayor emprendimiento portuario de Europa. El olvido ministerial lleva consigo la pretensión de cargar la construcción de la línea férrea en las arcas locales.

Otrosí digo

Continúan las caídas en la vía pública en la desdichada curva de la calle Médico Durán. Las promesas municipales de hace seis meses no se han cumplido. Algo parecido acontece con el abandono de nuestros Jardines. Déjense las utopías y contemplen la realidad de nuestra urbe, cada vez más descuidada cuya imagen está a la vista. Si uno repasa la prensa regional algo parecido sucede en las restantes "ciudades del cambio", Santiago y Ferrol. ¿Será una filosofía en común?