Se acabó políticamente cuando Rajoy llenó el 155 de medidas necesarias para impedir que una comunidad autónoma prosiguiese atentando contra el interés general de España. Medidas adoptadas en el momento preciso. Antes no era aconsejable porque el saco de desobediencias y desafíos no estaba repleto y muchos pronosticaban el descarrilamiento del 155 ante la opinión pública catalana, española y europea, y en los tribunales de justicia. Unas medidas tan severas requerían cargarse de razones y apoyos. La votación en el parlamento de la DUI rompió el saco y el gobierno, apoyado por PSOE y C's, dio por terminados el silencio y la espera. No sólo porque subía de tono la inquietud y el enfado de la opinión pública de aquí y de allá contraria al procés, sino porque los gobiernos de la UE y del resto del mundo, muchos y muy distintos, podían entender el silencio y la espera del gobierno como una cierta comprensión o aquiescencia hacia lo que sucedía en Cataluña. Votada la DUI llegó el 155 y políticamente el procés se desinfló.

Y jurídicamente el procés zozobra y se encauza con dos serios avisos que, sin ser los definitivos porque eso llegará con las sentencias, auguran a los encausados jornadas sombrías en los tribunales. El lunes 30 de octubre llegó, tras la DUI, la querella del Fiscal General contra el gobierno y la Mesa del parlamento por rebelión como delito principal y otros. Y llega el primer aviso cuando el 2 de noviembre Junqueras y otros consejeros ingresan en prisión sin fianza por orden de la jueza Lamela de la AN. El segundo lo da el juez Llarena del TS ordenando prisión provisional eludible con fianza para los integrantes de la Mesa menos uno. Del auto del magistrado se desprende que la calificación penal de las conductas atribuidas coincide, como la de la magistrada de la AN, Lamela, con la del Fiscal: delito de rebelión y otros. Eso es lo importante. Eso y la advertencia de que si en el futuro próximo reinciden en sus conductas las medidas cautelares se agravarán. Que para Forcadell la DUI fuera simbólica es jurídicamente irrelevante porque no es ella quien atribuye o niega la naturaleza jurídica a la DUI. El TC, el día anterior la había declarado nula, justamente porque había considerado que sí la tenía. De haber entendido el TC que la DUI sólo era un documento político no se hubiera pronunciado porque no se ocupa de declaraciones políticas. Tampoco importa jurídicamente que Forcadell y los demás acaten o no el artículo 155, políticamente es una bomba para sus partidarios, porque ahora, disuelto el parlamento, carece de poderes para obstaculizar su aplicación. Sí que pesaron para las cautelares que Forcadell y los demás rechazasen la unilateralidad de la independencia y aceptasen buscarla dentro del marco constitucional, más bombas de profundidad contra el procés. Hay fianzas para la Mesa porque Llarena entiende que la destrucción de pruebas es difícil e improbable al estar sus actividades documentadas en el Diario de Sesiones y en las actas de la Mesa. Lamela no dio esa opción al entender que las conductas del gobierno catalán preparatorias e impulsoras del procés pueden ocultarse más fácilmente y destruirse. La murga de malos músicos seguirá hasta el hastío, pero el procés ha enmudecido y tocan a elecciones. PP y C's abogan por un acuerdo postelectoral con el PSC para ir cambiando la situación en cuatro años, pero Iceta, con sus últimos fichajes Espadaler y Villarejo, avisa de que con ellos ni de copas. Y luego hay quien se extraña de lo que sucede en Cataluña. CUP, ERC y el PDCat, con Puigdemont fugado desde el 30 de octubre, día en que el Fiscal presentó la querella, ya saben si gobiernan de qué va el 155 y los tribunales. De Colau, Iglesias y la antigua IU cualquier cosa se puede esperar menos acercarse a menos de mil millas a Albiol y Arrimadas. La campaña será decisiva esta vez, pero lo que es el procés puede darse por concluido. Hay que celebrarlo.