Tengan buenos días. Es habitual ya que en enero escriba sobre los buenos propósitos para todo el año, consecuencia inmediata de arrancar la última hoja del calendario del anterior, y estrenar uno pulcro y nuevo. Entiendo que no les extrañe, porque en esta época son muchos los ámbitos en los que se procede a revisar la programación anterior y, a partir de ella y de lo acontecido durante los últimos meses, abordar qué hacer y cómo a corto y medio plazo. Ámbitos profesionales, claro está, y también en lo personal. Así, muchos de ustedes, en esta última esfera, habrán decidido estos días dedicar un poquito más de tiempo a la actividad física en los meses venideros, quizá a la lectura, a pasar más o tiempo con la familia o quién sabe a qué. Al fin y al cabo esto de las programaciones personales y de la agenda de cada uno es absolutamente personal e intransferible, como es lógico. Ustedes sabrán.

Lo cierto es que el tópico sobre dichos buenos propósitos también expresa que una buena parte de estos fenece durante el primer trimestre del año. No hace falta ya esperar mucho más, sino que en marzo, generalmente, parte de la actividad planificadora extraordinaria auspiciada al calor de las uvas de fin de año, decae. Y son muchas las personas que, por ejemplo, pagan su cuota en un centro deportivo, y hasta se hacen con una equipación adecuada para ello... sin empezar nunca tal tarea. Ciertamente, el cambio en sí a veces es difícil, y más en entornos complejos, donde muchas tareas compiten por unas horas que, por definición, son siempre limitadas.

Con todo, y en aras de alcanzar cierto éxito en tales deseos, los especialistas aconsejan ponerse pocas metas, y que estas sean alcanzables y progresivas. Si uno adereza su hoja de buenos propósitos de todo lo que se le pasa por la mente, probablemente ninguna de ellas vea la luz. Sin embargo, si va focalizando y priorizando, o incluso calendarizando los mismos por trimestres, acometiendo unos de forma condicionada a la consecución de los previos, a lo mejor es más fácil. La dispersión no es una buena aliada de la concreción, y aunque es bien cierto que son muchos los ámbitos de nuestro interés y las áreas de mejora identificadas y elegidas, aquello que no se hizo en su día no va a surgir ahora por arte de magia. Poco a poco...

Otros años, en alguna columna como esta, hablaba de mis propios buenos propósitos. Este año, no lo haré, con carácter general. No porque no los tenga, sino porque a estas alturas del partido creo que se repiten ya un poco, y quizá ya los hemos ido tocando en algunos de los ratitos que hemos compartido en las últimas semanas. De todos modos, y como aspecto más fundamental, les diré que me interesa, sobre todo, vivir en una sociedad mucho más vivible y habitable, y para ello es crucial que todos pongamos de nuestra parte. Estamos condenados al entendimiento, como dice algún clásico, y si nos empeñamos en resaltar las diferencias entre nosotros y hacer algo que se suele identificar como tan propio de estas latitudes como criticar por criticar, sin aportar, tal proceso de acercamiento y mejora será siempre más complicado. Y, desde luego, más lento. Y eso tiene un precio, a veces muy importante.

Ojalá, pues, 2018 sea, sobre todo, un año de entendimiento. ¿En qué? Pues en todo aquello que nos ocupa y nos preocupa, que no es poco. En todos esos temas de la agenda pública y política en clave local, autonómica, nacional e internacional, por supuesto. Pero también en nuestras propias cuitas. Porque si no empezamos por lo más cercano y menudo, será difícil superar los grandes retos. Yo, personalmente, lo seguiré intentando...

Porque en todo hay espacios de mejora, y también en esos grandes retos, como el de la paz. Ya ven, las dos Coreas han empezado el año con un cierto acercamiento, inédito en dos años, que espero que sea algo más que cosmético o supeditado a la participación de Corea del Norte en los inminentes Juegos Olímpicos de Invierno de Corea del Sur. Y no me nieguen ustedes la complejidad de esa escalada de desencuentros, y la amenaza que los mismos suponen a escala global... Pues si ellos pueden, al menos intentarlo, al margen de todos los matices y salvaguardas existentes, ¿por qué no va a ser posible en entornos menos rocosos y duros?

Ya me contarán algunos de sus buenos propósitos, si quieren... Pero que sean buenos, ¿eh? Y, ojalá, en 2018 estos se materialicen en pura realidad. Ojalá. Cuídenseme.