No hace un año que fue elegido pero el presidente Macron ya se está erigiendo -pese a que Francia no es Alemania- como un hombre clave en la UE. Esta semana ha hecho una visita oficial de tres días a China en la que, además de promover las relaciones y confirmar la venta de 184 Airbus 350, ha señalado que los países europeos deben relacionarse con la potencia asiática de forma coordinada. Si Europa quiere pesar ante China, o ante Trump, no puede tener 25 posiciones distintas.

Pero la UE no tendrá un semestre fácil. La economía va bien, el índice de confianza está en máximos y el paro ha bajado hasta el 8,7%. Pero dos países relevantes -Alemania e Italia- tienen gobiernos interinos. Tras las elecciones de octubre -en la que los populistas no tuvieron el éxito temido pero entraron con fuerza en el Bundestag-, Alemania sigue sin gobierno. Tras el fracaso de las negociaciones con liberales y verdes, la CDU de Merkel y los socialistas del SPD han empezado esta semana negociaciones -parece que bien- para volver a la gran coalición de los últimos cuatro años. Pero no será fácil porque los dos partidos no tuvieron buenos resultados y no se prevé que haya gobierno antes de la primavera. Y con Alemania así, Europa no avanzará.

Y el 4 de marzo hay elecciones en Italia. Tres grandes grupos se disputan el poder. El Partido Democrático de Renzi y el actual primer ministro Gentiloni (socialdemócrata y europeísta), que pese a una correcta gestión -en inmigración y economía- no está en su mejor momento por la pérdida de prestigio de Renzi tras el fallido referéndum de diciembre de 2016 y la escisión de su ala izquierda. El populista Movimiento 5 Estrellas, que ha moderado algo su actitud antieuro pero que preocupa mucho en Bruselas. Y finalmente una coalición de derechas liderada, a sus 81 años y pese a estar inhabilitado, por Silvio Berlusconi. En esta coalición la Liga Norte y Hermanos de Italia son contrarios al euro pero Berlusconi dice ahora que Italia no puede abandonarlo. Su gran promesa es un IRPF flat, del orden del 20%, que podría ser letal para un país que tiene una deuda publica del 150% del PIB.

Ningún partido tendrá mayoría, habrá que ir a una difícil coalición y quizás lo menos malo sería un pacto entre el Partido Democrático y Berlusconi, que seguramente debería romper con sus socios electorales. No es una opción que entusiasme, pero Bill Emont, el exdirector de The Economist que hace un decenio afirmó que Berlusconi era un lastre, acaba de declarar al Corriere della Sera que no es lo peor que podría pasar.