Este año la sorpresa es la irrupción de Donald Trump que, a la hora de escribir esta crónica, todavía no ha hablado. ¿Por qué va Trump a Davos, al templo de todo lo que criticó en su campaña electoral? Una brillante columnista americana dice que por vanidad. Porque ni Obama ni ningún presidente americano ha ido en los últimos 20 años. También para reivindicarse frente al libro Fire and Fury de Michael Wolff, gran éxito de ventas que muchos de los de Davos han leído (o visto resúmenes), que lo pinta como un desequilibrado. Quizás también para exhibirse como el presidente que ha logrado una gran rebaja de impuestos para las empresas que ha dopado a Wall Street. El presidente proteccionista que consigue lo que los globalistas ni soñaron.