Todos los informes sobre la marcha de la economía internacional eran positivos y en Davos se respiró un gran optimismo. Y de repente, una coincidencia preocupante. El lunes, el día en que Janet Yellen cedía a Jay Powell, un republicano moderado, la presidencia de la Reserva Federal porque el presidente Trump, rompiendo la tradición, no quiso darle un segundo mandato, Wall Street se desplomó. El índice Dow Jones perdió más de 1.000 puntos, la mayor caída de su historia. No es exacto porque el índice está muy alto y la perdida porcentual fue de un 4%, alta pero no la mayor. Y la caída se repitió el jueves. Todas las bolsas del mundo han acusado el golpe.

¿Qué ha pasado? El Nobel Krugman ha escrito que al juzgar la evolución bursátil hay tres reglas básicas. Una, la Bolsa no es la economía. Dos, la Bolsa no es la economía. Y tres, la Bolsa no es la economía. Vale, pero por qué este desplome cuando llevaban años al alza y la americana tuvo el 2017 una gran revalorización, provocada sólo en parte por la gran rebaja de impuestos a las empresas prometida por Trump. Quizás haya causas técnicas. Cuando por cualquier motivo se acumulan más ordenes de venta de las normales se puede producir el efecto manada y automáticamente se multiplican las órdenes de venta. No ya por miedo sino por la eficiencia de los ordenadores. Pero el fenómeno se ha repetido. ¿Qué explicación tiene? ¿Qué indica para el futuro?

Las economías han superado la crisis porque los bancos centrales -la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, el BCE de Draghi, el Banco del Japón?- para combatir la recesión han practicado una política monetaria superexpansiva y han fijado unos tipos de interés muy bajos. Y como la inflación no repuntaba, la política se ha mantenido y el inevitable giro hacia una mayor normalidad -que Janet Yellen ya había iniciado- tenía lugar a ritmo lento.

Pero el paro está en América en el muy bajo 4%. Es un nivel en el que ya hace tiempo que habrían tenido que aparecer tensiones inflacionistas basadas en los salarios. Y además la bajada de impuestos de Trump inyectará más dinero. El dato mensual de paro fue bueno -como en meses anteriores- pero con una novedad: los salarios crecieron más, un 2,9% anual. ¿Y si la inflación se dispara por encima del objetivo del 2% y la Reserva Federal decide subir los intereses mas rápido con mayor intensidad? En ese caso -pagando más intereses- los beneficios de las empresas bajarían y la Bolsa lo notaría.

Está claro que el temor al alza de los tipos está tras lo sucedido en Wall Street. Pero ¿es una corrección puntual, incluso saludable, o es el aviso de una pérdida de confianza más generalizada de consecuencias graves? Es pronto para saberlo, pero el Banco de Inglaterra anunció el jueves que no dejaría pasar -sin subir los tipos con más rapidez- tasas de inflación por encima del 2%. Y ello ha podido contribuir al nerviosismo. ¿Puede ser que los mercados no digieran bien el inevitable cambio de política monetaria? ¿La confirmación del fin de la crisis puede causar pérdida de confianza en los mercados y originar perturbaciones? ¡Cuidado!