Tras unas excepcionales semanas de nevadas como nunca había visto en los Pirineos, con las consiguientes inolvidables esquiadas, me reintegro en el afán cotidiano de nuestra ciudad, con lluvias y vientos nada despreciables. Mas por la realidad social que aprecio diría que hay mar de fondo, no en lo que a la costa y las corrientes marinas se refiere, sino aplicado a la creciente inquietud que noto en los mayores, entre los jubilados y personas dependientes. Inquietud es poco, advierto autentico malestar porque el panorama no es nada halagüeño. Las pensiones llevan años creciendo una miseria, la ridiculez del 0,25% que provoca la paulatina pérdida del poder adquisitivo de millones de pensionistas; además ya nos hemos comido la mayor parte de la hucha de reserva para las pensiones y no se sabe cómo regenerarlo porque cada vez son menos los contribuyentes, con el agravante de la crisis demográfica, y más los jubilados que además perviven mayormente y requieren crecientes atenciones y cuidados. Así no es extraño que surjan voces denunciando la ineptitud de los actuales políticos, enviando mensajes por todos los canales de comunicación, al tiempo que colectivamente de incita a votar en próximas elecciones a quienes decididamente vayan a arreglar este problema. Hay millones de pensionistas. Ojo al parche.