Buenos días, señores y señoras! Nuevo día y, como cada miércoles y sábado desde el año 2002, nueva propuesta de mirada a la actualidad. Y hoy, si me lo permiten, escorándome hacia ese fascinante mundo de la Física que no es sólo patrimonio de los investigadores y que, créanme, se relaciona mucho más con nuestro día a día de lo que pensamos muchas veces...

Y más que de la Física, hablando de físicos. Y más que de físicos, de uno concreto, de los que más ha sonado en las últimas décadas, tanto desde la perspectiva netamente relacionada con la producción científica como desde la más humana, debido a su afectación por la tantas veces cruel ELA, esclerosis lateral amiotrófica progresiva, que fue reduciendo las posibilidades de su cuerpo para desarrollar una vida dentro de lo que se considera habitualmente normal. Hablamos, como ya saben, de Stephen Hawking, famoso investigador y divulgador científico británico, que nos ha dejado en estos días a la edad de 76 años. Un verdadero icono para la ciencia, que ha contribuido enormemente a situar sus grandes dilemas un poquitín más cerca del imaginario colectivo.

Yo no conocí personalmente a Stephen Hawking, ni mucho menos, pero recojo aquí el punto de vista de personas que sí conozco y que tuvieron la oportunidad de charlar y convivir de alguna forma con él. Y leyéndoles o escuchándoles uno tiene la certeza de que el señor Hawking no solo ha sido una mente preclara para la ciencia, sino también un ser humano afable y que amó la vida profundamente. Desde el momento en que escribió su Breve historia del tiempo -corría el año 1988- cambiaron muchas cosas en el panorama de la divulgación científica. Piensen que estamos hablando de un libro que fue realmente un best seller, y que aún hoy se encuentra en muchas bibliotecas particulares, en nuestros domicilios. Un libro no demasiado sencillo de leer, pero traducido a muchísimos idiomas y que se mantuvo durante largo tiempo en la lista de los más vendidos. Por cierto, está a punto de salir su traducción al gallego, realizada seguro que con gran esmero y excelente resultado por mi compañero de promoción, investigador, docente y divulgador Jorge Mira.

Les decía antes que Hawking ha sido, sin duda, un gran embajador de la Física. Y es que, en los últimos tiempos, no creo que haya otro físico en el mundo -salvo el ficticio, cómico y entrañable personaje televisivo Sheldon Cooper- cuya evolución y planteamientos hayan llamado tanto la atención del mundo en general. Sin embargo, creo que Stephen Hawking, fuera de ámbitos científicos y de sus aportaciones sobre los agujeros negros -no tan negros ahora, como sabemos gracias a sus trabajos- así como sobre Relatividad General, pasará a la Historia también como un luchador. Como alguien que, atrapado en las cada vez más escasas posibilidades que su cuerpo tenía para desarrollar algunas funciones básicas, fue capaz de sobreponerse y llegar y mantenerse en lo más alto. Un buen icono para ejemplificar qué es el espíritu de superación y las ganas extremas por seguir adelante, sin tirar la toalla. Quizá esta fue una de las bazas con las que este ilustre personaje mantuvo relativamente a raya su enfermedad, convirtiendo una pronosticada supervivencia de un par de años -desde los 21- en nada más y nada menos que en una de cincuenta y cinco, hasta su muerte con 76. Toda una vida...

En alguna entrevista él decía que el sumergirse en el mundo de las ecuaciones y los conceptos abstractos de la Física Teórica, la Astrofísica y la Cosmología a veces le iba bien como contrapunto a una existencia terrenal donde le era más complicado comunicarse con las personas. Fue su calvario personal, no cabe duda, pero que ha servido no sólo para dejarnos brillantes trabajos científicos en solitario o en colaboración con otros eminentes académicos, sino para aportarnos valores y para poner un poquito más en la agenda global cuestiones de máximo interés que a veces quedan un poco tapadas por el ruido cotidiano.

He desempolvado mi releído ejemplar de Breve Historia del Tiempo, que conservo con cariño desde los tiempos en la Facultad. Quizá lo priorice estos días sobre otras lecturas que tenía más o menos planificadas. Y es que cuestiones como la Gran Unificación o Teoría del Todo, cuyo abordaje va acercando las estructuras más grandes conocidas a las más pequeñas para intentar explicar todo nuestro entorno con un único paradigma, apasionan y estimulan. No cabe duda de que Hawking, como divulgador y como científico, ha aportado mucho a nuestra sociedad. También como persona. En paz descanse.