Los partidos políticos gallegos preparan su estrategia para las elecciones del próximo año, sin haber asimilado el hastío ciudadano. Las aguas bajan turbias en Podemos y en las Mareas, cuyo populismo, hemos visto, busca el desgaste institucional y la fractura social, ingredientes que alimentan las tácticas p odemitas. Podemos, su causa motriz, se ciñe a la política espectáculo y al culto del líder. En Galicia, carece de referente porque su líder regional, Luís Villares, se ha convertido en un alma en pena de la noche política. Ampararse en Beiras no es la mejor receta. El veterano nacionalista ha perdido el sello del paisaje y su reluctancia a la Xunta no tiene otra base que los celos de ostentar la gloria que él creyó merecer. Ciudadanos no tiene empacho en ser una fuerza vicaria del PP o del PSOE, según dicte su oportunismo. En Galicia todavía no ha adquirido ascendencia política. No ha sabido almizclar su éxito en Cataluña, porque su estrategia no ha sido afinada y es sabido que la mejor política se deriva de las convicciones. Cuando la primavera imponga la intemperie, algunos de sus líderes corren el riesgo de sentirse desnudos? El PSG no ha consolidado su esperada remoción. En Vigo, tropieza con el vazquismo de su tozudo alcalde y, en La Coruña, su nuevo secretario provincial salonea (verbo valdánico, de Valdano), se mueve inseguro, porque los socialistas a la hora del compromiso suelen mostrar su rostro jacobino. El BNG, después del descalabro nacionalista catalán, no puede todavía lucir su libreto y el PP continúa con su torpeza comunicativa en señalar a las "ciudades rebeldes", como La Coruña, la carencia de un modelo indicativo de preferencias y a los contratiempos de la Marea gobernante de no haber restado maximalismo a componentes de su ideología.

Otrosí digo

Poner La Coruña a punto es la mejor carta de presentación para situar a nuestra urbe en el mapamundi. No puede quedar solo a expensas de la Torre de Hércules y de su valioso pergamino de Patrimonio de la Humanidad.