Considero, al igual que una gran cantidad de españoles, que la situación político-jurídica de Cataluña ya dura demasiado tiempo, y cada día se enquista más en la conciencia de los ciudadanos, tanto en los que piensan de una manera como los que piensan de la contraria, y llegará un momento que la solución ya no será posible, ni tan siquiera con el empleo de la fuerza, las detenciones y los encarcelamientos.

Desde el rincón de este humilde colaborador de LA OPINIÓN, les pediría a todas aquellas personas, ejercientes en la política como a los que pasan de ella, que reflexionen, le dediquen unos cuantos minutos del día que quieran, para pensar a dónde nos ha llevado tanta intransigencia, tanta inquina, tanto orgullo, que lo único que nos produjo, después de tanto tiempo, es más rencor y más recelo, entre compañeros de trabajo, familiares o simplemente colegas de tertulias.

Estoy convencido de que los partidarios de una u otra opción para solucionar el problema que tiene en estos momentos, y que ya vienen de muchos años atrás (S.XVIII) la querida Cataluña, tienen sus razones y argumentos que les sirven para autoafirmarse cada día más en sus razonamientos. Pero la realidad es que cada día que pasa la situación empeora y la vuelta atrás cada vez se hace más difícil.

Tenemos que procurar, todos, y entre ellos me incluyo, el tender puentes que procuren acercar posiciones. Hoy ya no es un problema exclusivamente político, como podría serlo hace ocho meses, hoy es un problema, además de político, que cae de lleno en el ámbito judicial y legislativo. Evidentemente, ninguno de ellos tendrá la solución si no nos ponemos de acuerdo en primer lugar, desde el punto de vista político. Por ello se hace urgentemente necesario, que se constituya una Comisión ad hoc, con los políticos y técnicos que se considere oportuno, para simplemente, y ya no es poco, ponerse de acuerdo de cuáles serían las materias objeto de estudio y reflexión y las líneas rojas que no se podrían pasar. En dicha comisión sería muy interesante, por no decir que imprescindible, que asistiesen observadores europeos.

Desde el punto de vista judicial, sería muy interesante que, amén de que sus señorías apliquen las normas contenidas en nuestro Ordenamiento Jurídico, las apliquen teniendo en cuenta el contexto social que se vive en cada momento, aspecto este fundamental para sus señorías, que se encuentra dentro del principio de interpretación jurídica, que tiene y disponen los juzgadores. Nunca se puede causar un mal mayor que el que se pretende proteger aplicando una norma jurídica. Ejemplos de la mala praxis de esta interpretación tenemos últimamente varios y diversos, que nos costaron varios tirones de orejas por parte de otros órganos judiciales europeos.

Los tertulianos debemos ser un poco más moderados en nuestras intervenciones en los medios de comunicación. Veo algún programa que da miedo escuchar lo que dice alguno de los participantes y el deprecio con que trata la opinión de sus compañeros de tertulia. A veces pienso que en el 36 no se decían semejantes cosas ni barbaridades. Evidentemente con esas "proclamas" no hacemos país, ni patria, ni nación, lo único que conseguiremos es irnos al monte a pacer y morirnos de hambre, porque hasta los mismos animales que allí vivan se irían al ver el carácter y las formas de interpretar las relaciones sociales entre humanos, que mostrarían esos huidos al monte.

Los medios de comunicación, sean hablados, online, o escritos, tienen un papel muy importante que jugar en estos momentos de la historia de España, por mucho que la cabecera de ese medio de comunicación pertenezca a una u otra tendencia política o económica. El futuro próximo nos juzgará y fijará responsables en la gestión del problema actual de Cataluña, y todos sin excepción seremos culpables en mayor o menor medida, si no supimos poner remedio y solución a lo que pende en estos momentos de los distintos órganos judiciales.

Evitemos en la medida de lo posible ser correa de transmisión de aquellos mensajes que nos envían por uno u otro medio a nuestros teléfonos o correos electrónicos, porque lo único que conseguimos es servir a los intereses espurios, de aquellos que solo piensan en sí mismos, o en los intereses particulares, no generales, del partido que dicen representar, y en consecuencia lo que pretenden es que les vaya mal a casi todos, porque así me irá mejor a mí.

No hagamos el juego a aquellos que quieren aislar a Cataluña del resto de España por acción o por omisión, ni tampoco a aquellos que dicen que: "Nadie se puede mover fuera de la Ley". La Ley, queridos lectores, está sujeta a interpretación, y diría yo, que tire la primera piedra aquel que en alguna ocasión no le dieron la razón, porque no se consideró acorde su actuación con el Derecho. ¿Cuántas veces hasta el propio Gobierno, que tanto invoca el Estado de Derecho, no cumplió con la Ley?

Nunca en contra de la Ley, pero si, a favor de su actualización, y respeto máximo a los derechos fundamentales y libertades recogidos, entre otros textos legales, en nuestra Constitución, en su artículo 10.