La codicia por el suelo edificable, resultante de la urbanización del puerto de A Coruña, se mantiene desde hace tres lustros. La operación liberadora debiera haber comenzado en 2009 por los muelles de Batería y Linares Rivas, cuyo suelo, previsiblemente, estaba destinado a oficinas, pese a las suspicacias advertidas a la hora de trazar los mapas para tan esenciales solares. Como modelo, el entonces alcalde Vázquez optaba por el "modelo Hong Kong", mientras la Xunta de Galicia se mantenía al margen hasta que, ausente Vázquez en la Embajada cerca del Vaticano, el gobierno autonómico se reincorporó de pleno a la más gigante operación inmobiliaria de Galicia, cuyo desarrollo exige escrupulosos controles. A pocos meses de las elecciones, conviene tomar en serio el asunto tanto por el "arrebato" de la Xunta como el clima contencioso entre la Marea Atlántica, que lidera el alcalde local y la propia Xunta, acompañada de Puertos del Estado, es decir, de Fomento. Don Xulio, ignorado en las reuniones estatales y autonómicas para hacerse cargo de la futura pignoración del suelo de nuestro litoral urbano, ha vuelto a proponer a la Xunta un proyecto de gestión conjunta que ya fue rechazado el mes de octubre del año último. La ambición urbanicida es tan pulsátil que debiera encuadrarse en un coherente y analítico plan consensuado, en el que prime el sentido común y se evite la especulación y el urbanismo abrumador en zonas céntricas donde la población tiene en el mar su interlocutor vital cotidiano. Nuestras consideraciones a la política municipal nos permiten señalar que la cruzada portuaria del alcalde puede resultar infructuosa si mantiene aislado al mayor partido de la oposición (PP), a quien suele cortarle la voz y darle con los nudillos en el pestorejo.

Otrosidigo

A Coruña tiene asuntos pendientes de Fomento, como la Intermodal, la ampliación del Puente del Pasaje, la Avenida de Lavedra, la terminación de Alvedro y su enlace con la AP-9, etc., dependientes de Fomento que rema con la Xunta. Con la alianza el titular de la Xunta, creyéndose poseedor de la certidumbre administrativa que al parecer le es favorable, hará valer su ascendencia política del modo más utilitario para llevar a buen fin su proyecto.