Los más viejos recordamos oír hablar en casa del estraperlo como una especie de mercado negro, de mercancías de primera necesidad a precios abusivos con el que se enriquecieron prebostes y comisionistas del régimen en la posguerra. Mas es curioso recordar el origen de la palabra. Los juegos de azar estaban prohibidos en España y, en general, en los países del entorno; pero los empresarios Strauss, Perle y Lowann fueron introduciendo una suerte de ruletas trucadas con mecanismos fraudulentos, instaladas en el casino de San Sebastián y en el del hotel Formentor de Mallorca a partir del año 1934, de los apellidos de los avispados emprendedores conservamos el sustantivo estraperlo. Pero, además, siempre fue necesaria la colaboración y el soborno a políticos del momento, a saber, los del llamado bienio negro en el que gobernaron las derechas de la CEDA de Gil-Robles y los radicales de Alejandro Lerroux, que se llevaba un 25% de los beneficios y apadrinaba más mordidas sustanciosas que llegaban hasta el ministro de Gobernación y el director general de seguridad.

Cuando se descubrió que había un botón que controlaba la ruleta y la banca ganaba siempre, la policía no tuvo más remedio que intervenir y clausurar los chiringuitos. En octubre de 1935 el propio Strauss remitió al presidente Alcalá-Zamora un dossier con pelos y señales de sus inversiones en sobornos, señalando como receptor principal al primer ministro, Lerroux. Hubo crisis de gobierno; pero el radical don Alejandro siguió de ministro hasta que una comisión parlamentaria dictaminó que había habido actuaciones "que no se ajustaron a la austeridad y a la ética que en la gestión de los negocios públicos se suponen". El líder radical de la derecha ha de abandonar el gobierno y su partido queda herido de muerte por el escándalo de corrupción de los casinos y otros similares. Es el fin de Alejandro Lerroux, político antinacionalista, afincado en Barcelona, donde llegó a ser llamado el Emperador del Paralelo.

No recurriremos al tópico Lerroux-Rivera, ya muy manido; pero sí seguramente podríamos hacerlo al de la historia repetida como farsa después de la cercana astracanada en el parlamento catalán. A Rivera no le llega con no gobernar Cataluña, su objetivo es la Alcaldía de Barcelona con el cunero Valls y, de paso, la Moncloa; siempre unos nacionalistas contra otros. Albert y Alejandro, comenzaron radicales hasta tratar de ocupar el centro político español del momento. No olvidemos que el desencuentro con Azaña y sus alianzas aupó a Lerroux con 102 escaños afianzando su coalición con las derechas vencedoras de la CEDA, para formar gobierno, perpetrando sus chanchullos delictivos sin abandonar el consejo de ministros hasta que se destaparon los escándalos que hicieron ingobernable el país hasta febrero de 1936.

Mientras, todas las derechas de hoy incineran sus vergüenzas para que el humo purificador las difumine. Así nos va.