A quiénes se arrojan flores a su paso? Solo a algunos privilegiados. Por mis vivencias y recuerdos desfilan entre pétalos los felices novios saliendo del templo tras su enlace matrimonial; también los triunfadores vistos en gestas cinematográficas, como eran aquellos orgullosos emperadores romanos; más viva tengo la imagen de la custodia del Corpus Christi -el Rey de Reyes- aclamada por las calles de Toledo sobre claveles y tomillo entre una lluvia floral. Y yo, en la estrechez de mi actual vida gallega, me siento también un privilegiado al ir caminando sobre flores, pisando camelias concretamente. Casi siempre me viene a la cabeza esta idea cuando voy por una calle compostelana aplastando las hojitas esparcidas en el suelo alrededor de los camelios que bordean las aceras en la avenida de Compostela. Eso muchos días, pero ahora mismo lo he revivido, en el jardín del pazo de Montecelo, cuando he golpeado con el zapato una camelia recién desprendida, que ha rodado dejando sobre la alfombra de más flores caídas un reguero de pétalos. Qué flor tan sencilla, vistosa, humilde y efímera. Me encanta. Bien claro tengo que no es a mí a quien lanzan pétalos, es a toda la gente que hoy y ahora vive con las camelias en Galicia.