Queridos todos, ¿saben ustedes que es la escasez lo que da sentido a la Economía? Sin escasez, sin que los recursos, en mayor o menor grado, tengan carácter finito, las cosas serían realmente distintas. Y es que si todo fuese creado en función de nuestros anhelos, sin más, en un eterno suma y sigue, todo cambiaría...

Pero no. No es así. Los recursos que dedicamos a algo, se pierden para otro concepto. Se trata de un ejercicio de suma cero, al que no somos ni podemos permanecer ajenos. Lo sabe cualquier persona que tenga a su cargo un presupuesto doméstico. Lo que se gasta en pan, ya no sirve para comprar estampas. Y, ¡ay del que se lo gasta todo en estampas! Quizá pase hambre...

Esto, que en lo cercano, personal y doméstico nadie discute, parece que a veces se olvida cuando se trata del dinero de todos, de forma que el que gasta en ocasiones pueda parecer que lo haga un tanto a la ligera. Porque, como premisa, todo el mundo estará de acuerdo en que siempre hay necesidades pendientes, que no se acometen porque no se encuentran los recursos suficientes. Y basta mirar al pasado cercano, en el contexto de una crisis económica sin precedentes, para certificar que se acometieron muchos recortes con tal argumentario. Esto es aún así hoy, día en que no se aborda esto o aquello, tanto en inversiones del Estado como en transferencias sociales u otros importantes capítulos, porque se dice que no hay de donde sacar dinero para pagarlo, confrontándolo con los ingresos anuales del Estado, que nunca parece que lleguen para todo. Y no hace falta que les hable, porque son conscientes ustedes ya, del carácter estratosférico de nuestra deuda pública hoy, superior al PIB, y cuyo origen está en la financiación de sucesivos déficits anuales en el Presupuesto...

Pues eso. Con todo, estarán de acuerdo en que siempre hay pan que comprar, como metáfora de ámbitos importantes en los que meter dinero, lo cual no se hace y queda pendiente... Hasta aquí, resignación... Pero entonces, ¿por qué compramos estampas? O, dicho de otro modo, ¿por qué a veces gastamos en aquello que no es importante, necesario ni urgente, y que está motivado por razones bien diferentes al interés general?

La Asociación de Geógrafos de España ha recogido el testigo de inventariar todo tipo de infraestructuras, equipamientos y obras que han resultado "innecesarias", según una serie de criterios. Y, fruto de ello, alumbrará un estudio que publicará próximamente, en colaboración con diferentes universidades españolas, en el que retrata tal panorama. En el mismo se recogen infraestructuras que, a pesar de estar terminadas, nunca han entrado en funcionamiento, o proyectos innecesarios que, a pesar de haberlo hecho, se muestran redundantes, inservibles y prescindibles. Entre ellos, el trazado inicial del polémico trasvase Júcar-Vinalopó, que después de haberlo terminado fue objeto de sensibles variaciones incompatibles con la inversión inicial, o plantas desalinizadoras nunca puestas en servicio.

Con todo, el coste de todo ello en dos décadas, de 1997 a 2016, se cifra en 80.000 millones de euros. Una cantidad muy respetable que, por poner una referencia, es igual a la entonces previsión de aportación como rescate a Grecia en 2010 por parte de sus socios comunitarios, que se completaría con 30.000 millones más del FMI. O, poniéndonos en clave más doméstica, fíjense que la mal llamada y peor explicada "hucha de las pensiones", interpretada muchas veces erróneamente como única garante de tal importante instrumento de transferencia social, nunca llegó a superar los 67.000 millones de euros.

Sí. 80.000 millones de euros es mucho dinero, y su uso en proyectos cuando menos dudosos es una quiebra para todos. Como en la vida dicen que de sabios es rectificar y no volver a errar dos o más veces de igual manera, ojalá esta triste herencia de un pasado reciente, que sólo en la megalomanía, la falta de previsión y la necesidad de dejar huella por parte de quien sólo temía que gestionar bien lo de todos tiene su explicación, nos sirva de enseñanza. Agria enseñanza, pero instrumento de aprendizaje de igual manera. Para no volver a meter la pata.

Mientras, en el territorio patrio, algunas quejumbrosas, arruinadas y muertas infraestructuras -y algo más aún se podría rascar metiendo otros conceptos y a otras administraciones en el estudio- son testigos mudos de tanta locura presupuestaria...