Para no caer en la pobreza de repetir una cabecera ya usada -sabido además que en periodismo se recomienda titular, dentro de lo posible, sin negaciones-, omito en este minuto que la educación diferenciada ni margina ni discrimina, y vuelvo a las andadas con ese otro titular ahora en positivo. Digo lo de volver porque sobre ello escribí el pasado 14 de abril, en el aniversario -sin mayor enrevesada intención- de la proclamación de la 2ª República Española, a propósito de que nuestro Tribunal Constitucional acababa de declarar que la educación diferenciada, la que fija la libertad de elección de escolarización separada para mocitos y para mocitas, que es perfectamente legal en nuestro país. Insistí entonces en huir de la palabra segregación, término que es una fijación de los enemigos de la libertad cuando despotrican de la diferenciada, por la connotación que tiene de marginación. Ahora, para acabar con la insinuación de marginar a los escolares, destaco lo que figura en el titular, que la enseñanza diferenciada no sólo no margina a ningún escolar, sino que potencia y afianza a cada género, como niña o como niño, en sus potencialidades y posibilidades educativas. Y no porque lo diga yo, sino porque lo avalan múltiples pedagogos resultando que la educación diferenciada está vigente en bastantes países.