Mañana emprendo viaje hasta Torreciudad, santuario mariano en el Somontano de Huesca, para asistir a la Jornada Mariana de la Familia que se celebra por 28ª ocasión, este año el sábado 1 de septiembre. Ya está dicho casi todo, aunque faltan el cómo y el por qué. Son casi 900 kms. que recorreré el viernes en coche, cruzando longitudinalmente media España por el norte, de aquí a Burgos, y luego por Pamplona y Jaca, para mejor llegar al sitio en que pernoctaré cerca de Ainsa (Huesca), para poder asistir fresco y descansado a los actos del sábado. ¿Y por qué voy a Torreciudad? Porque quiero dar más entidad con mi presencia -aparte de que acompaño a un amigo que no conoce aquello- al ruego de protección de la Virgen María, allí venerada bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad, amparo maternal que pediré para la Iglesia y todas las familias del mundo, las de aquí y de allá, que muy necesitadas están de auxilio. Y una ayuda especialísima de la Virgen rogaré para con el papa Francisco que está soportando unas jornadas muy angustiosas por la contradicción que suponen las ofensas, debilidades y crímenes de todos nosotros pecadores.