Al parecer, dos de los compromisos que asumió Pedro Sánchez para conseguir el voto afirmativo de Podemos en la moción de censura contra Mariano Rajoy fueron hacerse con el control de Radio Televisión Española y endurecer la política fiscal con respecto a los "ricos".

El primer compromiso, si bien no pudo cristalizar en un nuevo Consejo de Radio Televisión Española dominado por los "podemitas" por no reunir las mayorías necesarias en el poder legislativo, acabó cumpliéndose mediante el recurso extravagante de nombrar una Administradora Única, que en muy poco tiempo ha dado un vuelco espectacular a la nómina de profesionales que venían ocupándose de la programación del Ente Público.

En el cumplimiento del segundo, están encontrando más dificultades de las que pensaban. La vía elegida para el endurecimiento de la política fiscal es la de los Presupuestos Generales del Estado. Pero en este punto parece que encuentran muchas más dificultades que en el del control de los medios de comunicación del Estado.

Los "podemitas" parece que desean esquilmar a la ciudadanía olvidándose de que el artículo 31.1 de la Constitución establece la contribución al sostenimiento de los gastos públicos mediante un sistema tributario justo. Y es que me parece fuera de toda justicia y razón querer elevar el tipo del impuesto del IRPF a los ciudadanos que ingresen anualmente más de 60.000 euros.

Seguramente como al PSOE le parece también injusto establecer el límite en los 60.000 euros, están tratando de conseguir, en las conversaciones que mantienen ambos partidos políticos sobre el tema, elevar el tope hasta superar la cantidad anual de 150.000 euros. Y en estas estamos. En la teatralización mediática de la política, característica de nuestros tiempos, una veces se levanta el telón y anuncian la cifra de los 60.000 euros y otras la de los 150.000 euros. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del pasado viernes la ministra portavoz volvió a mencionar la cifra de 60.000 euros cuando con anterioridad el Gobierno parecía haberla fijado en los 150.000 euros. El desconcierto que surge ante escenas tan diferentes de una misma representación es grande, pero no tanto por la disparidad de ambas cifras cuanto porque da la impresión de que tampoco en este punto el "gobierno-bonito" sabe qué hacer.

En todo caso, más allá de que ninguna de las dos posturas parece estar fundamentada en estudios sólidos -pues de ser ese el caso sería fácil justificar la elección de una de ellas- a ambos partidos les conviene el ruido mediático de que el "social-podemismo" va a crear un nuevo impuesto para los "ricos".

Y es que como en el mundo del marketing político y de la prestidigitación verbal de nuestros días se procura no disipar las sombras entre lo que se dice y lo que se hace, para que la ciudadanía crea que está hecho lo simplemente dicho, ninguna de las dos formaciones acaba por aclararnos en cuál de esas dos cifras está la ciudadanía rica. Importa más el mensaje tipo Robin Hood de "saquear a los ricos" que la puesta en práctica de la correspondiente reforma fiscal.

Por eso, uno en su ingenuidad no puede menos que preguntarse si el "social-podemismo" sabe de verdad qué política fiscal desea hacer y si tiene realmente calculadas las consecuencias de ella, o simplemente nos está tomando el pelo, anunciando al mismo tiempo una cosa y la otra sin aclararse.

En todo caso, quiero subrayar que el "impuesto a los ricos" es solamente un modo de hablar político-mediático, porque, como dice el apartado 7 del artículo 134 de la Constitución, "la Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea". En consecuencia, el "social-podemismo" no es que cree un nuevo impuesto hasta ahora inexistente "el impuesto a los ricos", sino que juega con un impuesto existente, el IRPF, para aumentar la recaudación de un modo que, sea una u otra la cifra, no me parece justo. ¿Por qué en lugar de pensar en recaudar más no se proponen gastar mejor?