Me ha bastado pasar un par de hojas del libro Adiós Sarajevo para asombrarme con la complicada, así la juzgo sin haberla pisado, configuración geográfica de Croacia vista en un mapa. País encajonado debajo de Eslovenia y Hungría que se estira hacia el sur por la costa adriática en una lengua que va estrechándose por la presencia de Bosnia Herzegovina. Aparte del libro que trata de la desintegración y penalidades de muchos habitantes de la antigua Yugoslavia, atraía mi interés la vitalidad de esa pequeña nación tan avezada periodísticamente por algunos de sus deportistas, e intrigado por su historia comencé a indagar hasta que me tropecé con la matanza de Bleiburg ocurrida en mayo de 1945. No me sonaba de nada. Bleiburg es una localidad a escasos kilómetros de la actual frontera con Eslovenia. Se habla de 200.000 personas, soldados, civiles, mujeres y niños ejecutados por los partisanos y comunistas yugoslavos, fugitivos que habían sido devueltos por los ingleses desde la frontera austriaca, país al que habían huido con sus familias, la mayoría croatas, afectos al anterior régimen aliado con los nazis. Memoria histórica de masacres también en Croacia, como en media Europa a poco que nos pongamos a escarbar. Bueno es saberlo para que no vuelvan a repetirse tragedias así.