Hay sucesos que, si bien no tienen la envergadura suficiente para ocupar las primeras páginas de los periódicos, denotan valores de tal dimensión que merecen ser debidamente destacados. Con esto quiero decir que son acontecimientos que por lo que representan merecen algo más que convertirse en una simple noticia divulgada, como sucede con el sorprendente comportamiento de una perrita callejera a la que pusieron de nombre Estrella.

Hace poco saltó a los medios que una cachorra de perro amparó y cuidó a un enfermo de Alzhéimer de 75 años, que llevaba desaparecido varias horas en Burriana (Castellón). Según cuenta la familia del enfermo, la perrita estuvo dando calor durante toda la noche al desaparecido, el cual, a pesar de todo fue hallado con una hipotermia severa, y estuvo acompañándolo hasta que lo encontraron.

Más aún: la perrita Estrella que había pasado inadvertida en los primeros momentos de la localización del enfermo, se negó a abandonarlo e insistió en subir a la ambulancia.

Tal comportamiento fue suficiente para que la familia decidiera acogerla desde el primer momento en que la vieron, cosa que hicieron y actualmente sigue al lado de su nuevo dueño que, digan lo que digan los médicos, estoy seguro de que a ella la reconoce.

En mi última novela, El Afeitador de Muertos rindo mi particular homenaje al maravilloso animal que es el perro, sobre el cual el personaje central de la novela, Toliño, piensa: "El perro quiere y es fiel a su dueño, a pesar de que no tuvo ninguna posibilidad de elegirlo, sino que fue este quien lo escogió a él. Pero ningún dueño podrá negar que una vez que el can lo consideró su amo, se entregó a él sin reserva alguna.

Y es que al perro no le importa si su amo es rico o es pobre, si es guapo o es feo, si es alto, bajo o contrahecho; en fin, si vive en una gran mansión o es un sintecho. No le importa el pedigrí.

El can es feliz a su lado por el solo hecho de estar junto a él, y prescinde por completo de cómo le haya ido a su dueño en la vida. Y lo que todavía es más relevante, lo quiere para siempre, no deja de estar a su lado aunque le dé poco y mal de comer o le pegue".Otra de las reflexiones que le sugiere este sin par animal es: "No sé si se pueden comparar los perros y los humanos, pero no tengo la más mínima duda de que ellos son mejores con nosotros que nosotros con ellos.

Nosotros cuanta más riqueza poseemos, más selectivos nos volvemos al adquirirlos. Escogemos la raza (a ellos les da lo mismo cuál es la de su dueño), buscamos a los que tengan el mejor pedigrí (a ellos les da igual que seamos marqueses, condes o pordioseros), y una vez que los tenemos no digo que no los queramos, pero sí que hay quien los tiene sobre todo para presumir".

Y el pensamiento que resume las ideas de Toliño sobre los perros en general, y sobre el suyo, Grelo, que así se llama, es que "no existe ningún ser vivo en el mundo que sienta por alguien un afecto tan sincero y desinteresado, como el perro hacia su dueño". El ejemplo de la perrita Estrella es uno más de los muchos que nos dan a diario.