Cuando empecé a afeitarme -aunque no fuere menester urgente, sino ansia adolescente- me rociaba después del acto doloroso con la pócima paterna para después del afeitado, creo que se llamaba Floid vigoroso; aquello acababa de rematar la faena para salir del cuarto de baño con unos ardores guerreros que no paraban hasta respirar aire puro.

No sé la razón, pero sospechaba que la generación "varondandy" había desaparecido y la habían sustituido las nuevas levas protagonizadas por actores, modelos y demás especies con belleza sin igual, que vendían el cosmético con su nombre o su cuerpo. Una pena para las viejas marcas, aunque se sigan sosteniendo el sustantivo "varón" y el epíteto "dandy". Menos mal que sigue habiendo viejos dinosaurios supervivientes que sostienen los impecables valores del pasado glorioso; es cierto que me refiero a la imagen, estilo y discurso que sostuvo el nunca bien ponderado José María Aznar, de un tiempo a esta parte conjunto de músculos bien regados de sangre purificada, en sus dos últimas apariciones en los medios de comunicación; la comisión investigadora del Congreso sobre la Gürtel y la charleta con Felipe González a propósito del futuro aniversario de la Constitución.

Sobre la primera sólo cabe decir que ha sido un atentado a la inteligencia de los parlamentarios y del pueblo soberano. Se limitó a desmentir la sentencia que condenaba a su partido y a muchos de sus miembros y que se declaraba irresponsable e inviolable de todos los hechos y ocurrencias que hubiesen sucedido a su alrededor durante sus años con mando en plaza, que abundantes fueron. ¿Qué sostener ante esto? ¿Añadir calificativos sobreentendidos? No creo que valga la pena, tanto Simancas como Iglesias mantuvieron el nivel procedente, quizá no tanto el diputado de ERC; pero no se puede consentir que la comparecencia en una comisión de investigación del Congreso se convierta en un debate parlamentario, el señor Aznar no es, ni se le espera, diputado en Cortes; allí era sólo un particular que acudía a prestar declaración veraz sobre los hechos que se le preguntasen. El presidente de la Comisión Parlamentaria no hizo su trabajo.

Si han visto y escuchado la conversación con González habrán llegado a la conclusión de que la feliz idea de Sol Gallego-Díaz al organizar el encuentro, al redactar la introducción de los temas a tratar, devino en un fracaso de libro. Ninguno de los dos la escucharon, cada uno fue a hablar de su "varondandy" particular ; González dando sus habituales conferencias sobre el porvenir de la posteridad y Aznar a hablar de lo malos que son los catalanes, apropiándose defensas constitucionales que más le habría haber discurrido mientras escribía sus arengas fascistas en la prensa de León o La Rioja. En fin, ustedes habrán visto si el realismo que nos venden es mágico o no.