El tema del corredor atlántico es una aspiración de todos los pobladores, ciudadanos y mandamases, de la cornisa cantábrica. Hace poco, a mediados de septiembre, hemos vivido la celebración de un foro en Gijón sobre el ansiado corredor, reunión en la que se ha oído que tanto los empresarios como los ciudadanos piden a los políticos unidad para superar el aislamiento que sufren estos territorios. Unidad en este proyecto de todos los políticos, sean del partido que sean, de las 3 autonomías ya implicadas -y bien vendría que las que faltan, Cantabria y Euskadi- acabaran metiendo el hombro también. Y como siempre ocurre, si se habla del corredor atlántico las referencias y comparaciones con el corredor mediterráneo saltan de inmediato. Se quieren plantear a los dos corredores como iguales para que el Ministerio de Fomento dé la misma prioridad al nuestro cara a las ayudas europeas, pero la igualdad solo la aprecio en la idea y el nombre, porque las diferencias hoy día son abismales, no solo porque el mediterráneo ya dispone de las vías férreas AVE mientras que un achacoso FEVE circula solitario por la cornisa cantábrica, sino por el apoyo empresarial que tiene el de allí y que no se logra aquí. Habría que empezar por eso.