La semántica es traicionera, nunca sabremos desde dónde nos clavará la daga;

Cuando escuchamos la palabra vicario inmediatamente la identificamos con el sustituto del jefe, su origen está en vicarius, el representante de alguna autoridad, y a su vez de vicem, cambio, alternativa. Así, el papa es para los católicos el vicario de su dios y el vicepresidente es el que representa, en su ausencia, al presidente; pero ambos gozan a su vez de abundantes vicarios, o lo que fueren.

Hay más vicarios, García Márquez quizá nos muestre el ejemplo más transparente en Crónica de una muerte anunciada, breve novela que narra una boda sin fin y la certeza de que los hermanos Vicario, de oficio carniceros, matarían a Santiago Nasar, la muerte anunciada, para salvar su honor. Muchos sostienen que no es inocente la elección del nombre de los profesionales de la carnicería para ejecutar el linchamiento.

Incluso la lectura que se hizo en Colombia se centraba en la actitud impasible de la sociedad ante una muerte que se pudo haber evitado, como tantas en ese país y en muchos más cuando la sociedad falla y sus jóvenes, vicarios o sicarios, van al matadero como víctimas o verdugos.

Ya ha aparecido la siguiente palabra, el sicario, el hombre que porta la sica, la daga de punta muy aguda y filo curvo (secare "cortar") oculta para usarla por encargo, es decir como vicario de aquel que lo contrata o al que debe obediencia, los primeros se remontan a la ocupación romana en Palestina; sicarios o "celotas" que despachaban romanos en las aglomeraciones, siguiendo las consignas de sus mayores.

Quizá el esplendor de la sica, de la daga, lo encontremos bajo el embozado de la capa y el sombrero de ala ancha que ocultaba identidades en las aventuras de mercenarios del S XVII; pero más atención me requieren los usos de tal figura que hacían los papas y cardenales de la familia de los Borgia, aquel Alejandro VI, padre y amante de Lucrecia, cuyos enemigos probaron el arsénico, la daga o el lodo del Tíber; todos llevaban en el zurrón la cantarella, el mortífero polvo eficaz y fulminante. Sería otra historia interminable la de los hijos de purpurados desaparecidos o abandonados a la suerte de su madre caída en desgracia. ¿Fueron culpables los vicarios o los sicarios?

Quizá por eso me haya llamado más la atención el uso del término sicario por parte del vicario en Roma del dios de los católicos al llamar sicario al médico que, sin esconderse, ayuda legalmente a una mujer que lo precisa; como siempre deja claro su desprecio a la tentadora de la manzana y olvida a sus vicarios o sicarios culpables de los abusos a menores y cómplices silenciosos del abandono de náufragos en pateras.