Se ha inaugurado en Santiago la exposición Castelao maxistral, que ofrece como novedad la exhibición en España de la obra pictórica A derradeira lección do mestre, traída desde el Centro Galicia de Buenos Aires. En la muestra figuran, además, otros aspectos de la obra de Castelao, cuya producción literaria y pictórica está considerada Bien de Interés Cultural Gallego. La exposición presenta 92 piezas, depositadas en museos e instituciones regionales, 41 dibujos de Castelao dedicados a la enseñanza obligatoria que, entonces, establecía la obligatoriedad hasta los 9 años. Sobre la enseñanza en Galicia, se pueden contemplar testimonios de principios del siglo XX, del vínculo de Castelao con la docencia en sus fases de leer, escribir, cantar y rezar en castellano, y un análisis de la renovación pedagógica iniciada durante la II República, interrumpida por la Guerra Civil. El acto inaugural del certamen quedó deslucido por la polémica entre los representantes institucionales y políticos, por quienes pretenden apropiarse de la franquicia de Castelao, como ocurrió en Buenos Aires en las postrimerías de su vida. Castelao nunca se esforzó por ser representado. De resaltar el espíritu de los labriegos gallegos, pasó a ser un artista revolucionario, que no lo era. Su aportación a la República, cuyo gobierno lo desterró a Badajoz (1934-35), se ciñó a ser el motor del Estatuto de Autonomía de Galicia. A derradeira lección do mestre, una de las obras emblemáticas de Castelao, es una denuncia de la persecución y muerte de maestros que defendieron los valores de la libertad durante la contienda civil. Castelao fue el juglar gallego del siglo XX, la representación étnica de los gallegos en el mundo. Su evocación actual sirve para recordar la armadura política gallega de hoy. El BNG, sobrado de compañías exóticas, el PSG sin una personalidad catalizadora y el PP anclado en su protagonismo institucional. Ciudadanos, con tropiezos de falta de información, trata de abrirse camino y Podemos y Las Mareas solo exhiben el programa echar a Feijóo.

Otrosí digo

Fernández Flórez, gran amigo y admirador de Castelao, le dijo un día: "Daniel, tú eres el Ghandi gallego". Castelao le recordó que estando en la Bretaña, pensaba en Galicia y añoraba el vernáculo, que hacía tiempo no escuchaba. "Y cantó un cuco, dijo, y ladró un perro, que cantaban como los cucos de Galicia y ladraban como los perros de Galicia". Castelao hizo la siguiente observación: "Entonces cavilé que los pobres animales no pueden hablar otra cosa que una lengua universal".