Por mi trabajo he pasado volando buena parte de mi vida, he recorrido en sentido literal aeropuertos de los lugares más insospechados en pos de conexiones inverosímiles y me ha pasado de todo. He perdido aviones, he perdido conexiones, me han perdido maletas y a veces me las han despanzurrado para robar, como me aconteció en el Zaire, he hecho aterrizajes que han merecido portadas de periódico por su peligrosidad, he viajado en cabina infinidad de veces, lo he hecho en aviones de línea antiguos y modernos, en aviones militares Hércules C-130 o aviocares 212, en jets privados y en helicópteros, como en Bosnia-Herzegovina donde los pilotos militares me aconsejaban sentarme sobre el chaleco antibalas «porque aquí los tiros vienen de abajo», he volado en avioneta por el Gran Cañón y en helicóptero sobre el Atlas o entre los cañones milenarios de Petra, y he «aterrizado» sobre el portaaviones 'Bush' en mitad del Atlántico y con fuerte marejada. Como digo, he volado mucho y las he visto de todos los colores, desde aterrizar secretamente de noche en Teherán con una maleta llena de dinero a que en Brunéi Darussalam, en Borneo, el aduanero del aeropuerto me recitara la alineación del Real Madrid.

Pero lo de Vueling está en otra liga. Iberia Express presume de ser «la aerolínea más puntual del mundo», lo repiten al final de cada vuelo y yo me alegro mucho. Pero lo que me interesa destacar ahora no es su puntualidad, que aplaudo, sino la impuntualidad de Vueling, que se ha convertido en un hábito sin que al final de cada vuelo presuman de ello como deberían, con toda justicia y por méritos propios. Pero se lo callan. Debe ser por modestia.

Como lo se, confieso que procuro evitarla siempre que puedo... que no es siempre. Y nunca me defrauda, siempre sale y llega tarde, o a lo mejor no es así y el problema es mío, que tengo muy mala suerte cada vez que subo a uno de sus aviones.

Las dos últimas veces han sido cuando a finales de septiembre volé desde San Sebastián a Palma. Como no hay vuelo directo me aconsejaron uno de Vueling con una corta escala en Barcelona. Ingenuo de mi, pensé que si lo cogía me evitaba la hora de carretera hasta Bilbao. De modo que embarqué en Vueling con una hora de retraso sobre el horario previsto y eso me hizo perder la conexión en Barcelona, donde me tuve que quedar cuatro horas porque en la compañía se negaron a darme un pasaje para un vuelo que salía dos horas más tarde porque había facturado una maleta y temían que ésta perdiera el enlace. Una broma, porque mi maleta tampoco viajó conmigo cuatro horas después y me pasé el día siguiente metido en casa esperando a que me la trajeran.

Y el pasado 13 de octubre cogí en Palma un vuelo a Lisboa con Vueling porque era directo y me ahorraba la conexión en Madrid que alarga notablemente el viaje. ¡No lo hiciera! De nuevo el vuelo se retrasó, esta vez dos horas (por culpa del avión que venía de Bilbao, según me explicaron) y en vez de salir a las 8 salimos pasadas las diez de la noche. Si hubiéramos despegado en hora hubiéramos hecho un vuelo normal, pero el retraso hizo que el huracán Leslie tuviera más tiempo para acercarse a Portugal y al poco rato de estar en el aire el piloto nos comunicó que no podíamos llegar a Lisboa y que aterrizaríamos en Madrid. Pensé que nos meterían en un hotel y que continuaríamos viaje el día siguiente cuando la meteorología lo permitiera. Error, porque al bajar del avión a las once pasadas se nos comunicó que seguiríamos viaje en autobús hacia la capital portuguesa, que está a la nadería de siete horas de Madrid por carretera. ¡Toda la noche en un autobús! Me negué pero Vueling no me dio otra opción y tuve que comprarme a mi costa un pasaje para continuar viaje en avión al día siguiente, que me costó caro porque tuve que sumar taxis y noche de hotel.

Si hubiéramos salido de Palma con puntualidad habríamos ganado la partida a Leslie. Mis preguntas son tres. Primero: ¿Por qué nos subieron a un avión que ya al despegar a las diez debían saber que no llegaría a Lisboa esa noche?; Segundo: ¿Por qué nosotros no aterrizamos cuando el aeropuerto lisboeta no cerró a pesar del huracán y estuvo recibiendo aviones toda la noche de lugares como Barcelona, París, Bruselas...? (de hecho el huracán no entró por Lisboa sino por Coimbra). ¿No se atrevió el piloto o es que el avión carecía de equipamientos modernos que le permitieran hacerlo sin peligro? Conste que es simple curiosidad y no lo discuto porque la seguridad del pasaje debe estar por encima de todo, pero hubiera agradecido una explicación; Tercero: ¿Por qué la única opción que se nos dio fue la de 7 horas de autobús cuando habíamos pagado para ir en avión aunque hubiera tenido que ser el día siguiente, y cuando la culpa de todo la tenía el retraso inicial de la propia Vueling?

Los isleños nos vemos forzados a coger aviones constantemente y a veces no podemos elegir pero yo les confieso que si puedo evitarlo no me volverán a ver el pelo en Vueling porque ya me lo han tomado demasiado. A menos que viaje sin prisa y sean vuelos sin conexiones...

*Jorge Dezcállar es diplomático