El anunciado cierre de la factoría de Alcoa en A Grela, que tanto la plantilla como el frente institucional intentan evitar, hasta el momento sin éxito, ha puesto el foco en la sangría industrial que viene sufriendo el área coruñesa en los últimos años. Alcoa, con una plantilla de 400 trabajadores es el último capítulo de un incesante desmantelamiento que ha fulminado ya las factorías de Armas, Tabacos, Caramelo y Emesa en un corto espacio de tiempo.

Los datos estadísticos revelan que el modelo instalado en el área coruñesa ha sobrepasado ya con creces las líneas rojas establecidas por Bruselas para evitar la desertización industrial. La economía coruñesa sigue un camino inverso a las directrices marcadas por la Unión Europea, que fijan como objetivo alcanzar un grado de industrialización del 20% para 2020.

La comarca coruñesa no llega ni a la mitad del baremo europeo. La industria aporta aquí solo el 9,5% del valor añadido bruto (VAB), que equivale al producto interior bruto (PIB) más los impuestos indirectos netos, según revela el último Informe de Coyuntura Económica de la Provincia de A Coruña, elaborado por los clubes financieros de A Coruña y Santiago.

El alarmante documento alerta de la excesiva dependencia del sector de servicios en A Coruña y llama a aumentar el peso de la actividad industrial y a diversificar más allá del textil. Los servicios, especialmente el comercio, el transporte y la hostelería, generan el 83,1% de la economía del área coruñesa, a enorme distancia de la industria (9,5%), la construcción (6,2%) y el sector primario (0,6%).

El desplome del sector industrial y el peso hegemónico de los servicios es una de las razones de la proliferación del empleo temporal e inestable en los últimos años. Los autores del citado informe sobre la economía coruñesa sostienen que es necesario aumentar el peso del sector industrial, como generador de riqueza y empleo estable, tanto directo como indirecto, que supondría además un acicate para el propio sector de servicios.

Como estrategia para intentar revertir un modelo económico que se aleja del prototipo europeo, el estudio aboga por poner el foco en sectores industriales con fuerte componente de investigación, desarrollo e innovación, para lo que resulta clave la disponibilidad de capital humano de alta cualificación con el que cuenta Galicia gracias a sus universidades. También la Cámara de Comercio advierte del peligro si no se corrige la senda de declive de un sector estratégico para el desarrollo y la generación de empleo, que no cesa de perder peso en la economía coruñesa. La Cámara ha puesto en marcha este año un plan para frenar la destrucción del tejido industrial, tras constatar una progresiva pérdida de peso de este sector en la zona coruñesa, en la que predomina un sector terciario que ha ido ganando protagonismo. Un ejemplo del perjuicio que supone este declive industrial es el impacto fiscal que supondría para la ciudad de A Coruña el cierre de Alcoa, que se estima en una pérdida de casi dos millones de euros en tributos. El Ayuntamiento perderá la décima parte de sus ingresos por el Impuesto de Actividades Económicas.

Los sindicatos ven una quimera que la actividad industrial coruñesa remonte el 20% del PIB que marca Bruselas sin un cambio de rumbo en las políticas económicas de las administraciones. Su objetivo inmediato se centra más bien en frenar su incesante declive. Resaltan la dejadez de la Administración en la crisis del sector metalúrgico, uno de los cinco pilares en Galicia junto a textil, naval, automoción y agroalimentario y demandan un cambio urgente de una política energética nefasta que a su juicio espanta la inversión en empresas electrointensivas como Alcoa.

Los portavoces sindicales advierten de que el cierre de fábricas tiene una grave incidencia directa en el empleo estable y de calidad y apuntan que cada vez quedan menos empresas en el sector industrial coruñés con el nivel de plantilla de Alcoa, cuyo futuro está pendiente de un hilo. Las grandes industrias que perviven en A Coruña, además de la multinacional textil Inditex, son la refinería de Repsol, la fábrica de cervezas de Estrella Galicia, la embotelladora de Coca-Cola Begano o la empresa química SLG Carbón. Las centrales sindicales proponen un cambio en el modelo productivo con políticas que potencien los sectores básicos como la energía y plantean la creación de tarifas eléctricas que abaraten el recibo tanto a las industrias como a las economías domésticas. Censuran también la estéril política de subvenciones a grandes corporaciones empresariales que suelen repetir un escenario final de fracaso. A su juicio, como ya ocurrió en A Coruña con la Fábrica de Armas, y está ocurriendo ahora con Alcoa, las multinacionales se instalan en una fábrica regalada, prometen inversiones y un aumento de empleos que no se producen, y se limitan a gestionar el mercado hasta que finalmente se marchan sin opción a vender la factoría porque su objetivo es eliminar competencia.

La llamada Ciudad de Servicios fue el modelo económico por el que se apostó en la era Vázquez, junto con la promoción inmobiliaria, para atraer a los consumidores de una economía en alza que dejó entonces en segundo plano a los polígonos industriales. El estallido de la burbuja del ladrillo y la consiguiente crisis ha agrietado este modelo, basado en un consumo ahora a la baja.

La amenaza de cierre de Alcoa debe ser un aldabonazo para coger el toro por los cuernos y afrontar un profundo debate sobre el cambio de modelo económico que demanda el futuro de A Coruña.