La Coruña ya dispone de la mayoría de candidatos a la Alcaldía: Beatriz Mato (PP), Jorquera (BNG), Inés Rey (PSdeG) y el actual regidor, Xulio Ferreiro. Unos y otras no parecen responder a las normas etimológicas "candidato viene de cándido". Inés Rey, la última en llegar, abogada, enraizada en una conocida familia coruñesa, promete acabar con "ocho años de letargo y pesimismo". Su diagnóstico resultará clarificador si acierta a sortear las servidumbres, a veces extravagantes, que suelen imponer los partidos desde sus terminales autonómicas y centrales, en esa especie de confederalismo encubierto que las caracteriza. El PSdeG ha gobernado varios lustros el Ayuntamiento herculino; en dos ocasiones, en forma bipartita, Touriño-Quintana, y el actual ejerciente, uno y otro mejorables. La incógnita, que se cierne sobre los votantes, es tener la certeza de que, dado el precario resultado de las alianzas citadas, no volverán a repetirse. Como ha dicho Inés Rey, nos han llevado "al letargo y al pesimismo". La melancolía nos indica que, sin epistemología de la historia coruñesa, no es fácil el gobierno de nuestra ciudad. Ser alcalde exige una doble actuación; una, de cara al porvenir; otra, en función de las necesidades presentes. Una y otra (actuación) están conectadas con el pasado, con el peso de las tradiciones tan cargadas de virtudes humanas. Es hora de que se formen equipos con profesionales experimentados, y reducir la burocracia de bulderos de la hermenéutica y la red de asesores, todos ellos integrados en un capítulo del gasto improductivo del fulanismo, cuyo peso gravita sobre el bolsillo del ciudadano con su deuda paralela.

Otrosí digo

El portavoz del PSdeG en el Ayuntamiento coruñés, José Manuel García, derrotado en las primarias para la Alcaldía, ha dimitido de todas sus funciones municipales. Incorporado a última hora al socialismo, tuvo que luchar con la herencia de limitaciones recibidas, que asumió como un reto. Trató siempre de armonizar soluciones óptimas para la ciudad, en un campo ajustado por premisas políticas y lo hizo con buen tono y la mesura del que no pronuncia una palabra si no puede jugarse la piel en lo que dice. En su debut, como socialista y en la política municipal, deja la impresión de un punto de ingenuidad en su acertado proceder.