Golosinas y juguetes agitan las fiestas navideñas que, en Galicia, poseen el encanto del reencuentro familiar y la exquisitez de la cocina enxebre. Los frutos del mar, especialmente el marisco, inasequibles por su cotización sideral, nos invitan a recurrir a la fauna terrícola. En los pueblos del litoral se mantiene la empanada de maíz, de xoubas y sardinas, cocinada sobre una piedra violentamente calentada. En el rural, perdura la afición al pollo: el gallego, suelto y robusto, frente al misántropo de granja o el capón de "patas cortas, ancho de pecho y levantado del obispillo" (como los compraba Cunqueiro "en la feria de Villalba"), que se ofrece asado con castañas o adornado con mermelada de frutas? manjar celestial; el lechón ("tostón") rojizo, cuando comparece bien asado; el raxo o los brazuelos y perniles del cerdo, adobados con pimiento y comino. El cerdo forma parte de la civilización occidental, como lo indica no figurar en la dieta de los pueblos islámicos. Este animal, sin desperdicio, se sabe codicia de las suculencias, aunque en el Levítico y en el Deuteronomio lo hayan declarado impuro; tal vez, sea esta la razón por la que mantiene la vista baja. Juguetes y golosinas resumen las fiestas navideñas, cuando la sonrisa infantil se dibuja más amplia y los mayores esperan el instante mágico de la entrega de los regalos. Las nuevas tecnologías han reducido, de tal modo, la edad infantil, que los juguetes tradicionales han sido reemplazados por tabletas y videojuegos. El entretenimiento virtual se impone con más fuerza porque es, en el juego tan atractivo, donde el niño emplea más tiempo, más ilusión y más fuerza y, a su vez, le estimula la autoconfianza y la superación personal. Lo aconsejable es evitar su aislamiento y compartir con los juguetes la distracción. Es una fórmula recomendable a los mayores, para una relación familiar más integradora.

Otrosí digo

El día 29 se cumplirán 100 años de la primera piedra de la fundación de la Grande Obra de Atocha por el venerable don Baltasar Pardal Vidal, cuya beatificación se tramita en El Vaticano. La gran tarea social, en el campo de la enseñanza y de la beneficencia, tan apreciada por los coruñeses, se ha extinguido al otro lado del Atlántico, donde su Instituto Secular Hijas de la Natividad de María ejerce una inconmensurable labor.