El socialismo gallego vive una etapa de incertidumbres, sin un liderazgo unificador perdido en las veleidades del centralismo gobernante, que superan la anécdota política. En nuestra tierra, la defección de dos figuras relevantes, los Vázquez (Paco Y Pachi), ha llevado la inquietud a las bases de PSdeG, esperanzadas, no solo en la búsqueda de nuevas celebridades sino en la urgencia de que sean relevadas figuras antañosas, que les impiden herborizar. Los partidos políticos, a estas alturas, convertidos en herramientas electorales, necesitan convocar a nuevas voces, capaces de alentar impulsos originales de formas ya agotadas. Contemplar, en el socialismo local a figuras de añeja antigüedad, todavía en ejercicio de responsabilidades políticas, evidencia carencias de salud política y de profundo sentimiento democrático, así parece reflejar su esfuerzo de resistencia para seguir en la pomada. Paco Vázquez y Pachi Vázquez, que lo han sido todo en el PSdeG, se han convertido en dos figuras fuliginosas. Pachi, vanilocuente sin reparos, fue aupado, en el socialismo regional, por su convecino estival en La Illa, Pepe Blanco. Su trayectoria política, muy completa, estuvo teñida por un discurso terminante, de tinto peleón. Paco Vázquez ha sido un gran águila del socialismo flotante. Católico militante, no dudó en aceptar la embajada cerca de la Santa Sede (1) del gobierno de Zapatero, "abortista, que tantas ronchas causó a la Iglesia". Como alcalde, Vázquez (Paco) diseñó grandes obras para el desarrollo de La Coruña, dentro de una línea urbanística, que favoreció la construcción y resultó ser campo propicio para la demagogia y la especulación. Pachi y Paco se van porque han entendido que al discurso del gobierno central, que lidera el secretario general del PSOE, le falta la grandeza de la verdad y le sobran alianzas entreguistas con montubios radicales, anclados en el sectarismo e irrespetuosos con la Constitución.

Otrosí digo

(1) Como embajador, cerca de la Santa Sede, Paco Vázquez tuvo la astucia de haber puesto una vela a Dios y otra a Zapatero. Maniobró, hábilmente, para evitar que las discordancias del gobierno español con la Iglesia no afectaran a las relaciones diplomáticas con El Vaticano. De Roma regresó enriquecido con la pátina del revestimiento del servicio exterior, reforzado en el convencimiento de las verdades divinas. En la actualidad, es un referente como colaborador de la Cadena COPE.