El referéndum organizado por los universitarios sobre monarquía o república no fue tal, ni sus organizadores lo pretendían. Sí ha sido una consulta, una amplia y valiosa muestra para conocer lo que piensa y siente el sector, en principio, más ilustrado y preparado de nuestra juventud. Se movilizaron más de 60.000 universitarios que, en casi un 85%, son partidarios de la república y, en consecuencia, favorables a una reforma constitucional en este sentido. La cosa se veía venir y seguramente la percepción de este general sentir de la juventud fue detectada por quienes aconsejan a nuestros prebostes. Esto explica el inusitado contenido del discurso navideño del Rey, dirigido en su práctica totalidad a la juventud. El Felipe VI, siempre tan distante y lejano de todo aquello que no sea el aparataje oficial del estado, la corte y sus oropeles o sus compiyoguis, realizó un esfuerzo de acercamiento a la juventud, tan loable como frustrado, tanto por su tono abiertamente paternalista, como por su fórmula de plantear los problemas como fortuitos, como desgracias de las que nadie es responsable, obra de no se sabe bien que demiurgo. Frente a todo esto El Rey propone "defender, cuidar y proteger la Constitución", sin considerar siquiera la posibilidad de que la aplicación y lectura sesgada de la Carta Magna, desde posiciones pre-democráticas o radicalmente neoliberales, realizadas sobre todo a partir del 23-F de marras, hayan podido influir en la generación o agravamiento de los problemas denunciados. La vigencia eterna de la actual Constitución sería el remedio no se sabe si como bálsamo de Fierabrás o como fuente de resignación. Ni por un momento insinúa posibilidad alguna de reforma constitucional, por tenue que pudiera ser. Se la sacraliza una vez más. Felipe VI es muy consciente de sus intereses, pues la vigencia de la Constitución, tal y como está, es la mejor garantía de perpetuar la restauración borbónica heredada de Franco que asegura su puesto y el de sus sucesores, y por ello adula y conmina al sector más refractario a la monarquía, para embridarlo al sistema, a la monarquía. Sus palabras son así, más que reflexiones, admoniciones y más que consejos, viejas consejas.