Creo que un mismo argumento sirve para dirimir la cuestión del cambio de horario y el traslado de las fiestas a los lunes. Lo "resolverán" los poderes económicos. Señalábamos en estas páginas a raíz de la polémica sobre trasladar las fiestas a los lunes o a los viernes que resultaba más eficaz y económico escoger el quinto día de la semana que trasladarlas al primero. Y es que los viernes son inhábiles política y económicamente en las relaciones y traslaciones internacionales con los países del extremo oriente, con los de implantación musulmana, con las tardes laborales de la mayoría de los países europeos y las mañanas de los americanos. Una teoría similar se puede aplicar ahora a la discusión sobre si conviene o no cambiar el horario dos veces al año. La "resolverán" los poderes económicos.

En este dilema entran argumentarios de ahorro, de ocio, mercado, vitalismo. Energía, negocio, salud, turismo, relaciones internacionales, relaciones intranacionales (Galicia-Cataluña, Baleares-Canarias). Y polémicas teorías sobre trastornos humanos. Si el plan de implantación de traslados festivos sigue sin ser plasmado en leyes de la mayoría de los estados, ya sea por cuestiones religiosas, económicas o políticas, ocurre que tenemos ahora una situación parecida con los horarios. O aún peor si cada país optase por implantar horarios por su cuenta.

Es necesario tener presente, además, que la trayectoria histórica de la Unión Europea lleva a unificar criterios para hacer más fácil la convivencia, eliminar obstáculos en temas económicos, equiparar derechos. Una tendencia hacia lo práctico, lejos de teorías minoritarias, propósitos acientíficos o prioridades particulares. Al menos eso es lo que luce hasta el momento mientras no se implante de hecho una unión política sobre la vigente unión económica. La ciencia, pues, sigue siendo disciplina secundaria, aunque en este campo sería prioritaria.

En los días previos al cambio realizado en la madrugada del pasado 28 de octubre volvieron a ser publicadas distintas opiniones sobre los beneficios o perjuicios que acarrean cada año los dos cambios -primavera y otoño- que se realizan en los países europeos. Mientras en Europa los fineses se declararon grandes partidarios de eliminar los cambios y permanecer todo el año con el mismo, en Chile lo suprimieron hace tres años y a los pocos meses de práctica volvieron a la situación anterior. Son dos situaciones extremas en dos latitudes extremas.

La cuestión radica en que la encuesta lanzada por la Unión Europea a mediados de año no fue anunciada con la necesaria publicidad como para que la participación alcanzase un quórum representativo. La información del inicio del sondeo tuvo escaso eco en los medios de comunicación y solamente cuando los resultados parecieron espectaculares se resaltó en las noticias en un mes de agosto vacacional. Y al menos en España, quizá el país con más variados climas de la Europa comunitaria, han sido muy pocos los votantes con relación con la población. Además, si se tiene en cuenta que en la mayoría de las encuestas se consideran unos porcentajes mínimos para ser tenidos en consideración, el número de votantes ha sido casi inapreciable. Menos de un uno por ciento de los 508 millones de europeos votaron. A los alemanes y fineses les afecta poco la diferencia de horario de verano o invierno. En los países mediterráneos la cosa cambia.

Los argumentos en contra de dos horarios basan sus tesis en el escaso ahorro energético, aunque Europa calcula que llega al 5%, y en trastornos vitales de muchas personas. Pero según Antoni Diez Noguera, catedrático de Fisiología de la Universidad de Barcelona, más que trastornos solo son molestias pasajeras. Para Jorge Mira, catedrático de Física Aplicada en Santiago, el cambio es totalmente necesario: "Si la Tierra tuviera el eje de rotación alineado con el eje de traslación no habría problema y no habría que cambiar la hora. Sin embargo, en verano tenemos 15 horas y pico de día y en invierno 15 horas y pico de noche", manifestó a Europa Press. Y José María Martín Olalla, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Sevilla, señala que la razón del cambio es "natural y racional" pues "la sociedad se pone en marcha en función del sol" y hay que "adaptarse a estas circunstancias". Asesores de la organización Greenpeace no ven problema en los cambios de horario y prefieren medidas que impidan el cambio climático. Por su parte, instituciones comerciales internacionales han pedido una mayor investigación y en este sentido las aerolíneas han exigido a la Comisión Europea que paralice la supresión anunciada del actual sistema porque produciría un grandioso caos aeroportuario, lo que ha alarmado a los ministros de Transportes reunidos en Viena que han decidido estudiar pros y contras de la situación. Lo dicho, los científicos proponen y los poderes económicos disponen.