Como muchos de ustedes sabrán, el artículo 20 de la Constitución reconoce las libertadas fundamentales de expresión e información. La primera en la letra a) y la segunda en la letrada d), ambas de su apartado 1. Pero mientras al tipificar la libertad de expresión no la califica añadiendo adjetivo alguno, al hacerlo con la libertad de información establece que la información tiene que ser "veraz". Palabra ésta cuyo significado gramatical, según el Diccionario de la RAE es "que dice, usa o profesa siempre la verdad".

Sin embargo, la gente, incluso la medianamente informada, sabe que en los medios de comunicación no se dice siempre la verdad o, la menos, la verdad desnuda; esto es, la verdad patente, clara, sin simulaciones o falsedades (acepción 5 del Diccionario de la RAE). Recuerdo a este respecto un libro escrito por Manuel Adrio, titulado El periodismo cristal del aumento.

La explicación de lo que antecede es que el artículo 20.1.d) no exige la veracidad objetiva, sino la subjetiva, entendida en el sentido de que el informante no haya actuado con negligencia, que haya contrastado la información teniendo en cuenta las características de la noticia. Y ello porque de exigirse la verdad objetiva se haría prácticamente imposible la libertad de información.

Ahora bien, si lo que antecede es cierto, también lo es que la información es una actividad que se presta a la manipulación; esto es, sobre la verdad puede desplegarse una actividad del informante que consiste en "intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares.

Viene lo que antecede a cuento, porque en el diario El País se titularon las dos siguientes noticas del siguiente modo: "Un padre mata a su bebé al tirarse con ella por la ventana del hospital de La Paz" y "Mueren una mujer y su hijo tras tirarse ella de un sexto piso con el niño en brazos". La primera noticia sucedió en Madrid y la segunda en Murcia.

Como quiera que, aunque se trata de dos noticias publicadas en el mismo medio lo normal es que los redactores fuesen diferentes, estoy convencido de que el distinto modo de rotular las dos noticias no puede deberse a una aviesa o torcida intencionalidad. Pero si esto es verdad, también lo es que la ola de lo políticamente correcto que nos arrastra puede llevar a ver esas dos noticias similares de forma tan diversa: el hombre mata a su bebé y la mujer muere con su hijo en brazos.

No es discutible que hay una violencia machista que va en aumento y que se trata de una lacra social a la que debe ponerse fin. Pero conviene ver las cosas como son, con serenidad, y añadir que la violencia machista no es, por desgracia, la única que está instalada en la sociedad moderna. Hoy hay junto a ella una violencia multidireccional, dentro de la familia de padres a hijos y en el sentido contrario, y fuera de ella, y no solo en el ámbito de las parejas en las que hay un "macho". Y es que, como dijo Mahatma, "la humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia".