Rivera pactará con unos o con otros, así titulaba mi anterior columna en vísperas del pacto que, finalmente, ha cuajado con PP. Y con Vox, aunque el líder de C's quiera desmarcarse del acuerdo PP y Vox, diciendo que para él es papel mojado. En realidad, el desmarque es imposible ya que, como le recuerda Abascal y le recordará durante toda la legislatura andaluza, C's obtendrá la Vicepresidencia y gobernará Andalucía con los votos de Vox. Tratándose de niños diríamos que la conducta de Rivera ha sido, simplemente, pueril pero, siendo el líder máximo de C's, su comportamiento en la negociación del pacto de gobierno con PP y su reacción ante el acuerdo de PP y Vox evidencian su falta de madurez política y la debilidad de su liderazgo para acometer empresas de importancia. En Andalucía los resultados electorales abrieron la puerta, como nunca en 37 años, a un cambio de gobierno. Eso era lo que estaba en juego y para conseguirlo era imprescindible el acuerdo de los tres, PP, C's y Vox.

Estaba claro que PP ansiaba el cambio de gobierno y que Vox lo quería también, como finalmente ha demostrado. Si C's también lo quería no había otra que demostrarlo acompañando al PP a conversar con Vox, cuando menos, y en última instancia, como ha sucedido, a aceptar alguna de sus propuestas. El PP, con seriedad y solvencia política desde el principio, fue a por todas, llegó pronto al acuerdo con C's fajándose luego en solitario con Vox, soliviantado por los desprecios de C's. El PP ha actuado como el primer partido del centro derecha que es, como el partido con aspiraciones de gobierno que es y, por eso mismo, asumió la responsabilidad de alcanzar el pacto de gobierno en Andalucía que ha conseguido con esfuerzo e inteligencia, con cesiones, tragándose algunos sapos e, incluso, teniendo que aguantar críticas de populares importantes muy cómodos lejos del ruedo.

El gobierno de Andalucía era lo que estaba en juego, y lo que no estaba en juego era, en cambio, demostrar que el PP es un partido conservador, moderado, liberal y demócrata por la sencilla razón de que el PP a estas alturas no necesita demostrarlo.

Menos aún si la demostración consistía en dejar vía libre a otros cuatro años de gobierno PSOE en Andalucía. El PP no ha caído en esa trampa infantil tendida por la izquierda política y mediática con apoyo francés, en la que sí ha caído Rivera pensando que despreciando a Vox aparecía más centrista, más europeo y más genuinamente demócrata, aún a riesgo de hacer imposible el acuerdo.

Rivera ha jugado a dos bandas, como suele. Por un lado su candidato andaluz, Juan Marín, aseguró varias veces en campaña que los votos de C's no harían presidenta a Susana Díaz, comprometiéndose así al cambio de gobierno si los votos lo hacían posible. Y por otro, se negó en redondo a trabajar por el pacto, poniéndolo en riesgo y dejando sólo al PP en la tarea de lograrlo. Rivera no es fiable y si Vox no hubiera cedido C's se hubiera ofrecido al PSOE a cambio de entrar en el gobierno en parecidas condiciones a las que tendrá gobernando con el PP. Por eso Rivera no es fiable y además no es creíble en sus desprecios a Vox. Para ver si están tan alejados Ciudadanos y Vox les sugiero que tecleen en Google frases como Rivera y la recentralización del sistema educativo y la sanidad, Rivera y el control de la emigración, la reducción de las administraciones autonómicas y los impuestos, Rivera y violencia de género. Menospreciando a Vox Rivera ha querido aparentar lo que no es y ha puesto en peligro el cambio de gobierno en Andalucía.