Saludos de nuevo. Nueva jornada y nuevo artículo. Superado el ecuador del mes de enero, empezamos a coger ritmo en esta nueva cuesta abajo del paso del tiempo. Nada que no haya sucedido antes, en estos primeros días de un año que enseguida se habrá instalado definitivamente en nuestro reloj vital, sin que apenas nos hayamos dado cuenta. Tempus fugit.

Y en la Naturaleza, como siempre, evolución hacia el máximo de desorden y el mínimo de energía posible. Un "mantra" que se traduce en los diferentes fenómenos cotidianos y que, no por habituales, deben dejar de sorprendernos. Un conjunto de reglas que posibilitan la vida, tal y como la conocemos, y que es responsable de que los compuestos químicos que conocemos, por ejemplo, sean estables. Esos y no otros, porque su concreción responde a esos postulados -en términos de energía y entropía- tan presentes y tan palmarios.

Les confieso que pensaba en todo esto, en las energías de enlace, en la covalencia, en la hibridación de orbitales, en las soluciones de onda enlazantes y antienlazantes, cuando hace unos minutos echaba un vistazo a la actualidad de la política española. Les parecerá que relacionar ambos conceptos es tan surrealista como hacerlo con la velocidad y el tocino, pero no... No crean... Yo aquí veo una hibridación sp3 -Teoría del Enlace de Valencia- entre orbitales de realidades atómicas bien distintas...

Miren, conocí a Juanma Moreno hace unos años. No personalmente, claro. Pero sí profesionalmente, en su etapa de secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. No fue en absoluto un conocimiento continuado, pero sí que coincidimos presencialmente en un acto convocado por el Ministerio, y antes y -sobre todo- después, seguí de primera mano su gestión en dicha posición. Y, en dicho tiempo, me dio siempre la impresión de que tenía los pies bastante en la tierra, y que la misma estaba bastante bien orientada, en términos de búsqueda de resultados y de conexión con la realidad social. Quizá me equivoque, claro, porque la mía tampoco era una visión demasiado de primera mano, y es difícil dilucidar muchas veces entre la realidad y la propaganda. Pero este era mi punto de vista en aquellos años. O, más que eso, quizá solo mi intuición, más o menos enfocada.

Veo que ahora, como muchas otras personas con las que vas coincidiendo en mayor o menor medida en diferentes etapas de la vida, de todas las ideologías, procedencias y con diferentes compañeros de viaje, él está en primera línea en la "cosa política" andaluza. Y creo sinceramente, desde mi punto de vista, que comienza tal andadura equivocándose. Uniendo su destino, de una forma o de otra, a quien por acción u omisión propugna una sociedad más violenta, menos solidaria y conceptualmente mucho más simple. Me refiero, claro está, al encaje de bolillos efectuado desde su formación, el PP, por una parte con Ciudadanos -vía un pacto de Gobierno- pero por la otra, y ahí voy yo, con Vox, a través de un acuerdo de investidura. ¿Podemos estar ante un error de bulto otorgando carta de naturaleza y llave de poder a un tercero incómodo?

Y es que, partiendo de la base de la absoluta legitimidad democrática de los votos y, por tanto, de los asientos de Vox en el Parlamento Andaluz, soy de los que piensan que es también legítimo el establecimiento de una frontera clara -nada de mero cordón sanitario- entre quien aborrece términos como igualdad, oportunidades o diversidad y quien no. Y, siempre desde mi punto de vista, sí que hay un enorme salto conceptual entre lo representado por el Partido Popular, por una parte, y ese otro partido -Vox- cuyos brillantes resultados electorales no deben eclipsar cuál es el núcleo de su ideario. Ciudadanos, la tercera pata de una banqueta ciertamente inestable, se aferra a que ha pactado exactamente con Juanma y el PP, y que a los otros ni agua. Bueno, es una forma de verlo...

Heráclito de Éfeso, al que traemos a colación aquí muchas veces, afirma con rotundidad que la esencia de la vida es el cambio. Lo creo así. Y, por eso, así como el río nunca lleva dos veces la misma agua, creo que es buena tal renovación también continua en nuestras vidas, en nuestro imaginario colectivo y, como reflejo de ello, en nuestras instituciones. El hecho del cambio político puede ser refrescante, dentro de unos parámetros más o menos consolidados en sociedades maduras, comprometidas y solidarias. Pero no a cualquier precio y con cualquier compañero de viaje. Por eso creo que, hablando de orbitales enlazantes y antienlazantes, el peso de este último tipo es muy fuerte en la arquitectura de poder ahora ensayada. Y me da en la nariz que el resultado de tal suma de dos pactos con intersección mononuclear puede tener una componente fuertemente antienlazante de forma que, siguiendo la Teoría de Orbitales Moleculares, su existencia en términos de estabilidad se vea comprometida.

Siempre cabrá la posibilidad, claro está, de que lo de Vox no sea tan de hacérselo mirar, y que sus postulados verdaderamente fuera de tono solamente hayan sido una forma de pisar moqueta. No serían los primeros a subirse a semejante barco, con el ánimo de quedarse ya de otra forma. Al fin y al cabo, hay quien se plantea tener cierta cuota de poder en democracia simplemente haciendo una prospección de mercado, viendo qué necesidades reales o posibles pueden quedar sin cubrir en el mismo, y haciendo la adecuada campaña publicitaria. Y, a partir de ahí, solamente queda echar las redes... Hay quien milita verdaderamente con unas ideas, por descabelladas que sean, y quien dice lo que pone en el guión que pasan los de marketing, aunque luego la realidad, la lógica y el sentido común llevan las cosas por otro lado... Ojalá sea así, en este caso. Entonces al mismo ritmo al que Vox se desinfle, ganará estabilidad un pacto verdaderamente inflamable, y será posible un mejor servicio a la sociedad andaluza.

Pero si Vox realmente lleva en su ADN sus proclamas, entonces Juanma se ha equivocado. Debería haber dejado que el PSOE de Susana Díaz -opción más votada- y Ciudadanos volviesen a entenderse, de alguna manera, y reservar sus ansias de cambio o de poder -él sabrá- para más adelante... Porque cuando lo antienlazante gana a lo enlazante, el Orden de Enlace no es compatible con la estabilidad de la molécula...