"latines de misa no son latines de ley", dice el pedáneo Bastián de Candás

Divinas Palabras, Valle-Inclán (1919)

Ahí hay noticias que te dejan perplejo; ahí, en todos los medios de comunicación materiales o virtuales, ahí es dónde te quedas con el pasmo de los ataúdes de Valladolid, donde unos presuntos chorizos, trafican con la madera de los difuntos; quemando la barata y revendiendo la más cara. No es que tenga un especial culto a la muerte ni a los ritos funerarios, confesionales o no; que personalmente me traen al pairo; que, con los míos, aprovechen lo poco que sirva y con los restos lo que se les ocurra; pero a ser posible que no haya madereros buitres que saquen jugo a la combustión y vendan féretros calientes,

Serían como las camas calientes, están que arden; se alquilan a los inmigrantes para dormir por turnos, más o menos, de ocho horas en los pisos patera de las ciudades en las que se buscan la vida senegaleses o latinoamericanos. Un suponer, que llegasen vivos y coleando, el resto habrán quedado allá abajo, en el desierto o en el mar, sin ataúdes que los hayan alojado, solo serán pasto de ávidos depredadores carroñeros o pacíficos animales que habitan las aguas del Mediterráneo, también buscando su sustento. Después serán pescados y servidos en nuestras mesas cocinados al horno, a fuego lento.

Ya sé que suena a truculento, a demagogia barata; pero no lo es, está siendo así, de miles en miles; los que son rescatados son la minoría que se salva, a pesar de no tener petróleo en sus costas. Otro gallo cantaría si los que intentaran refugio fueran ricos de nación, es decir, que su lugar de nacimiento fuese rico en oro o petróleo, pronto tendrían tres o cuatro salvadores, además del tío Sam, que todo lo sabe, manejando peleles como Maduro o Guaidó, con sus respectivos apoyos internacionales. Ambos encomendados al mismo dios, todopoderoso, a la misma patria y a sí mismos como terceros en discordia para completar la trinidad, a falta de rey. Están que arden, féretros, sufridores del petróleo venezolano, todo se percibe como tragedia. Espero equivocarme y que los petrodólares sean bien repartidos entre militares y patricios, para evitar más sangre y más exilio.

La verdad es que me suena todo a Valle-Inclán, sobre todo a Divinas palabras, a esa disputa expresionista en la que Valle retrata la Galicia rural de la alquimia sentimental y religiosa, entre el bien y el mal, sin poder adjudicar cabalmente los papeles entre la autoridad religiosa del sacristán Pedro Gailo frente al rufián Séptimo Miau; entre Mari Gaila frente a Marica del Reino. Todos disputándose la explotación del pequeño monstruo hidrocéfalo, Laureaniño, vivo o muerto por ferias y mercados, llegando a turnarse el usufructo, quizá petrolífero en su momento, gracias a la sentencia de Bastián de Candás que intermedia tras un tragicómico diálogo a gritos.